El esclavo Francisco del Real
Capitulo I
Cuando recuperé el
sentido, me di cuenta de inmediato que algo andaba muy mal, una luz frente a mi
hería mis ojos, sin que yo fuera capaz siquiera de parpadear. Intenté desviar
la mirada, intenté mover los brazos para tapar mi rostro con las manos sin
lograrlo, mi cuerpo entero estaba totalmente paralizado y era recorrido por
dolor y frío como jamás lo había sentido.
Intenté también gritar
y pedir ayuda pero todo fue inútil, algo entraba por mi boca y quemaba mi garganta
a la vez que un horrible ruido lastimaba mis oídos.
Pasaron varias horas
en las que lo único que ocupaba mi mente era una terrible desesperación, de la
desesperación pase al terror cuando algunos pensamiento lograron filtrarse a
través del dolor de mi mente, donde estoy? Que me esta pasando? Estoy muerto??
La mezcla del dolor,
terror y estos pensamientos ocasionaron que perdiera el sentido. Gracias a Dios
porque ya no soportaba mas… No se si pasaron horas o días para que volviera en
mi. Seguía inmóvil, con los ojos completamente abiertos. El dolor había
disminuido un poco, la luz frente a mi cegaba mis ojos pero era soportable,
ahora fui capaz de darme cuenta de que el terrible ruido era una especie de
respiración forzada, profunda y fuerte… no era mi respiración de eso estaba
seguro.
La disminución del
tormento físico abrió la puerta a otro tipo de sufrimiento: la confusión en mi
mente y la urgente necesidad de respuestas
Estoy realmente muerto?? De quien es la respiración que escucho?? Que es
esto que siento en mi boca y que raspa mi garganta??
Poco a poco fui
recuperando recuerdos de lo que yo pensaba era el día anterior; la fiesta, los
tragos, la discusión con Laura y la insistencia de Eduardo para que probara esa
estúpida droga que le resultaba fascinante.
Mi amor, deja de tomar
por favor que no ves que te estas matando? Me gritaba Laura ¿es eso lo que
quieres? No quiero matarme, lo que
quiero es escapar ¿escapar de que, estas loco?? Si estoy loco y tú no me
entiendes….. nadie me entiende…
Lleve a mi boca el par
de pastillas azules que acepte de Eduardo. Eso es lo último que recuerdo.
¡Hay Dios mío! Por fin
lo logré acabé con mi vida, ¡No puede ser!... ¿que me pasa? ¿Porque no puedo
moverme? ¿Por qué no puedo cerrar los ojos?
Ese imbécil me enveneno
pensaba, estoy en el infierno pagando por todo lo que hice… es mucho peor que
lo que me imaginaba.
Yo no creía en la vida
después de la muerte, pero en ese momento no encontraba otra respuesta. ¡No
Díos, perdóname por favor!.... Dame otra oportunidad…
El sonido de una
puerta que se abría, interrumpió mis pensamientos, distinguí entonces una voz
femenina:
¡Pero que ruido hace
esa mierda comentó! Es el único que
tenemos, ya sabes como están las cosas aquí, le contestó un hombre, ¿ Como es
posible que tengamos solo un aparato de respiración artificial? Pues es así y hay que hacer lo mejor que
podemos con lo que tenemos.
Y a éste que le
paso? ¿Este? … Este ya se jodió
Destápalo para que lo veas. Sentí como retiraba de mi rostro una sábana y pude
ver a una mujer vistiendo una bata blanca con una expresión entre asombro y
temor. ¡Esta despierto gritó! El hombre
junto a ella se inclinó a verme.
Que va, así lo
trajeron, cuando llegó a urgencias dijeron que había tenido un accidente,
estaba completamente intoxicado pero aun consciente, repetía una y otra vez:
“Laura, Laura,
perdóname.” Después cayó en coma y en una especie de Ritus Mortis no pudieron cerrarle los ojos.
¡Pobre imbécil! Mas le
hubiera valido haberse muerto! ¡Mas nos
hubiera valido a nosotros! Ahora tenemos que mantenerlo vivo como un vegetal,
ocupando una cama que otros necesitan y gastando energía.
Pero… ¿Puede ver, oír…
siente? Claro que no mira… Vi como
movía un tubo cerca de mi cama y sentí una terrible punzada en el brazo.
¡Eso duele Idiota!...
estoy vivo… estoy consciente, ¡Ayúdame!! Traté inútilmente de gritarle.
Aprovecha para
cambiarle el suero dijo el hombre, alguien tiene que regar las plantas… Los dos
soltaron una carcajada y yo me quedé lleno de rabia y desesperación… Salió el
hombre de la habitación, la mujer colgó un frasco que colgaba junto a mi cama y
salió apresurada. Ya tenia algunas respuestas… la conversación se repetía una y
otra vez en mi mente.. ¿un accidente? ¿Cayó en coma? ¿Laura perdóname? …
Alguien tiene que regar las plantas… regar las plantas….
Capitulo II
Los primeros días pude
explorar la habitación en la que estaba. En realidad, exploraba la parte del
cuarto que abarcaba mi campo visual inmóvil.
Había en el techo una lámpara de luz neón, destartalada que parecía que
estaba a punto de caer.
Del lado derecho de mi
cama había un gancho del que colgaba un frasco de suero, que la enfermera
cambiaba todos los días, mas a la derecha alcanzaba a ver un tubo que contenía
un fuelle negro que bajaba y subía al ritmo de lo que ahora identificaba ya
como “mi respiración”.
Del lado izquierdo
distinguía un complicado aparato con varios interruptores, focos y gráficas.
Después me enteré de que estaba encargado de controlar mi respiración, los
latidos de mi corazón y los nutrientes que me eran suministrados a través de un
tubo que iba directo a mi estómago. Detrás del aparato se veía una parte de la
ventana que era para mi un tormento. La luz que entraba todas las mañanas
lastimaba mis pupilas, me despertaba y me traía siempre de regreso al infierno
en que me encontraba. El dolor físico no era nada comparado con el dolor que me
causaban mis propios pensamientos. La impotencia, la culpa, el rencor, el miedo
y la imposibilidad de expresar mis emociones, todo se juntaba en mi mente y me
enloquecía. Cada día rogaba por no volver a despertar, porque esa maquina que
me mantenía vivo dejara de funcionar y acabara ya con mi sufrimiento.
¿Quién le da derecho a
estos doctores a mantenerme aquí? ¿De que puede servir ya mantenerme vivo? ¡Soy
una maldita planta incapaz de moverme o expresarme! La impotencia se apoderaba
de mi y se convertía en odio. Odio por los que me mantenían vivo, odio por la
vida misma. La enfermera tenía razón, mas valdría haberme muerto. Y, sin
embargo, todos los días entraba con su cara de miedo a cambiar el suero que me
alimentaba. A pesar de que me creía inconsciente nunca me miraba a los ojos.
Checaba apresuradamente todos los tubos que iban de mi cuerpo a la maquina y
salía lo mas rápido que podía. Cada día que la veía llegar le rogaba en mi
mente que se olvidara ya de cuidar de mi, ¿Qué no se da cuenta que no me hace
ningún favor manteniéndome vivo?.
¡Hey!, ya deja eso le
suplicaba mi mente, si te da tanto miedo verme ya no vengas mas, simplemente
déjame morir. Pero una y otra vez la veía hacer su rutina y dejarme aquí..
vivo, una y otra vez… una y otra vez…
¡Maldita sea, ya que
se acabe esto por favor! ¡Por favor alguien haga algo, alguien que me ayude!
¡Ya no quiero seguir viviendo!
Mas vale que te vayas acostumbrando, porque
parece que vas a estar ahí un buen rato oí de repente que alguien me hablaba. Pero… no había nadie en mi
habitación. En que situación tan jodida te metiste. La extraña voz insistía.. ¿Quién eres? ¿Eres un ángel? Conteste
asustado. De alguna forma me di cuenta de que la voz no provenía del exterior ¡Ja!
Eres el peor de los ateos, y ahora crees en Dios y en toda su corte celestial?
No juegues. ¿Pero como puedes saber lo que estoy pensando? ¿me volví
loco? Eso es mas probable. ¿Entonces no es real? Mira no puedo decirte nada que tu no sepas
ya. Tal vez después sabrás quien soy.
Pero… ¿Laura esta
bien? ¿Por qué no vienen mis padres a verme? ¿Cuándo voy a morir? ¿Es esto un
castigo? Que necio eres hombre nada se yo que tu no sepas. Pues de poco me sirves entonces. Si
quieres me voy…. ¡No por favor!!
No te vayas.
En ese momento recordé
que Laura siempre hablaba de guías espirituales, con los cuales uno puede
comunicarse si medita lo suficiente. Eso a mi me parecían patrañas. A mi
también me lo parecen contesto la voz pero lo de guía me gusta. ¿Podía
acaso un guía espiritual ser tan sarcástico y grosero? Mira si no te caigo bien me voy y
se acabo, No, no te molestes solo quiero comprender lo que pasa. Mejor
hubieras tratado de comprender lo que pasaba antes de la estupidez que
cometiste. Solo quería escapar y librarme de mis problemas ¡Ja!,
querías escapar de tus problemas y te convertiste en un esclavo. ¿Un
esclavo? Así es no puedes moverte ni
expresarte, es mas no puedes quitarte la vida si quisieras. Y tu has
venido a hacerme sentir peor le conteste. ¿Qué he venido? Yo siempre he estado
contigo, el problema es que nunca me quisiste escuchar, además nadie puede
hacerte sentir nada.
¡Que estupidez! ¿Como
que nadie puede hacerme sentir nada? Mis padres siempre me hacían enojar, mis
hermanos me hacían sentir menos, mis parejas constantemente me desilusionaban y
me herían.
-Mira,
te lo voy a explicar mejor.. Antes de estar aquí, eras completamente libre,
nadie ni nada tenía poder sobre ti. Tenias la oportunidad de hacer cualquier
cosa que te propusieras, eras el dueño de tu vida.
-Y ¿qué tiene eso
que ver con mis sentimientos?
-Calma, ¿qué prisa
tienes? Después de todo tenemos mucho tiempo para pensar y platicar.
-Te digo que eres
un sarcástico.
-Continuemos. Eras
libre también de pensar lo que tú quisieras y por lo tanto, de elegir tus
sentimientos.
- Como que elegir
mis sentimientos?
-Si, tus
sentimientos vienen y sólo pueden venir de tus pensamientos, así es como
funciona:
Piensas en algo
triste y te pones triste, piensas en algo que te molesta y te enojas, crees que
los demás pueden herirte o desilusionarte o hacerte sentir mal pero, nadie
puede meterse en tu mente y hacerte pensar ni sentir nada.
Aun en este momento, los demás podrán mover tu cuerpo y
hacer lo que quieran con él, incluso, podrían apagar esa máquina que te
mantiene vivo pero, en tu mente, aún tienes el control.
-Dijiste que no
podías decir nada que yo no supiera ya.
-Pues lo único que
prueba esto, es que no eres tan tonto como pensabas.
-Otra vez los
insultos.
-No es un insulto,
en realidad te creías un tonto, además te creías una víctima, siempre culpando
a los demás y a las circunstancias de lo que iba mal en tu vida.
-Pues sí, mi vida
no era fácil, además con la familia que me tocó y para acabar, tuve mala
suerte.
- pobrecito de ti!
Cuando hablas así, te imagino como un esclavo de tu pasado, de los deseos de
otras personas, de las circunstancias y de la suerte.
- se supone que yo
tenía control de todo lo que pasaba? ¿Qué se supone que yo podía controlar a
los demás?
-No tenías control
sobre lo que pasaba, pero tenias y tienes control sobre lo que pasa en tu
mente. Tú eres quien decide qué pensamientos tener y cómo reaccionar ante
cualquier situación.
-Sí como no, ¿cómo
podía yo reaccionar de forma positiva ante todos los problemas que tenía?
-Tenías la opción
de verlos como problemas o como obstáculos a vencer, como una maldición o como
un reto. ¿Si tú no eras quien decidía como reaccionar, ¿quién lo hacía?
-Ya me estás
haciendo enojar, así que ¿el único culpable de todo lo que me pasa soy yo?
-Tú mismo te estás
haciendo enojar, además, no se trata de culpar a nadie. Sin embargo, dime...
¿quién movía tu mano aquella vez que le pegaste a Laura? ¿Quién la movía cuando
te servías una copa tras otra?
¿Quién puso en tu
boca esas pastillas que te trajeron aquí?
Me sentía a punto
de estallar, supongo que expresar nuestras emociones nos sirve como una válvula
de escape y yo no podía ni llorar siquiera, estaba furioso por lo que me decía
mi guía y lo peor, es que tenía razón en todo lo que me decía.
Por suerte, algo
sucedió que distrajo mi atención: la puerta se abrió y entró una enfermera.
Esta vez, no era aquella mujer fría que acostumbraba a cambiar el suero que me
alimentaba. Se acercó a mi cama y se inclinó para verme.
Noté mucha
tristeza en sus ojos verdes, su pelo rubio caía constantemente sobre su rostro
y ella lo empujaba con sus dedos hacia atrás de las orejas. Estuvo observándome
por unos segundos y pude leer su nombre en el gafete del hospital: Esperanza.
-Hola - me dijo.
-Hola Esperanza
-imaginé contestarle.
-Pobrecito de ti, mira como estás.
-Pues ya ves como
es la vida
-seguía yo la
conversación en mi mente.
Me acarició el
pelo y me dijo: -no te preocupes, yo te voy a cuidar.
-Muchas gracias
-pensé.
-Ella está mucho
más cerca de ser un ángel que yo -comentó mi guía- ¡además es linda!
Cuidadosamente
cambió el suero, arregló los cojines bajo mi cabeza y revisó que los aparatos a
mi alrededor, funcionaran correctamente.
-Hasta mañana
-dijo, antes de salir.
-Hasta mañana
-imaginé contestarle.
- Hasta mañana
guapa!!!
-gritó mi guía en
mi cabeza.
Capitulo III
Aquella noche tuve
un sueño extraño: Era yo un títere de madera con varios hilos que salían de mis
pies, manos y cabeza. En el otro extremo, diferentes personas tomaban turnos
para moverme; vi a mis padres, a uno que otro maestro, al padre de la iglesia y
a una ex-novia.
Todos reían
haciéndome brincar y bailar, me ponían en posiciones ridículas y me obligaban a
gesticular como un mico.
En mi sueño, yo
sabía que podía romper fácilmente los hilos pero prefería dejarlos que me
manipularan. Supongo que era más fácil dejar a otros elegir por mí, que hacerme
responsable de mí mismo.
Cuando todos se
cansaron de jugar conmigo, me dejaron tirado en el suelo, el suelo se convirtió
en cama y puede ver después la lámpara del cuarto.., había despertado.
Dormir con los
ojos completamente abiertos era de lo más extraño; me era difícil conciliar el
sueño todas las noches y en las mañanas me costaba algo de trabajo saber cuando
acababan los sueños y empezaba la realidad.
Algunas veces me
daba cuenta de que estaba soñando porque podía moverme o porque no estaba en
ese horrible cuarto de hospital. Entonces, corría para alejarme lo más posible
y deseaba no despertar jamás. Sin embargo, día tras día, me encontraba viendo
la lámpara, el techo, el fuelle negro subiendo y bajando y el aparato que me
mantenía en esta interminable pesadilla.
Se abrió la puerta
y vi entrar a Esperanza, llevaba en la mano un recipiente de plástico con agua.
-Buenos días
-dijo.
-Buenos días
-siempre le contestaba en mi mente.
-Hoy te toca baño.
- No por favor, qué pena!
Me quitó de encima
la sabana y después me despojó de la bata blanca que cubría mi cuerpo desnudo.
Me llené de impotencia y vergüenza. En realidad, era yo el títere de mi sueño y
los demás hacían de mí lo que se les antojaba.
Algo en su mirada
me tranquilizó, supongo que no veía en mí a un hombre desnudo sino, a un
paciente como muchos otros que ella atendía.
Metió una esponja
en el recipiente y empezó a limpiar mi rostro...
-Mírate, eres tan
joven.
¿Por qué me
hablaba? ¿Acaso sabía que podía escucharla?...
-Además no eres
feo -sonrió tímidamente y se sonrojo un poco.
-Espero que no
estés consciente, pobrecito.
- ¡ ¡Estoy consciente!!!
-Ojalá te hayas
ido ya, y que lo único que quede aquí sea tu cuerpo.
- ¡ ¡No,
maldición!!! ¡Estoy aquí y puedo escucharte y verte!
-Si estás ahí
adentro, me imagino que te sentirás muy sólo. Se quedo pensativa por unos
momentos y una lágrima rodó por su mejilla.
-Yo también estoy
muy sola, sabes, mi esposo murió hace unos años -continuó, mientras secaba las
lágrimas con la manga de su bata blanca-, desde entonces, me siento como
paralizada, llena de miedos y de inseguridades -seguía su monólogo, mientras
limpiaba mi cuerpo con la esponja-. Supongo que, de alguna forma, a todos nos
paralizan nuestros miedos, nuestros resentimientos, la preocupación o nuestros
traumas...
-No me hables de
traumas que eso es lo que me trajo aquí -pensé.
-Me gustaría ser
más valiente y atreverme a hacer tantas cosas. No sé, tal vez seguir mis
estudios o buscar otra pareja, en fin tantas cosas. Pero no puedo.
Terminó de limpiar
mi cuerpo y mientras volvía a ponerme la bata, me di cuenta que, de todo lo que
había perdido, el contacto humano era lo que más extrañaba. Quisiera decirle
que no se fuera, que siguiera hablándome un poco más.
-Debo seguir
trabajando pero te veré otra vez cuando venga a cambiar el suero.
-No te vayas por
favor, quédate un ratito más.
Acarició mi pelo
una vez más y me miró unos segundos con gran compasión.
-Seguro tus
familiares te andan buscando y no tardarán en venir a visitarte. Llegaste aquí
sin ninguna identificación y ni siquiera sabemos como te llamas. Salió de la
habitación y yo me quedé solo otra vez, como todos los días. Tenía razón, me
siento muy solo aquí adentro y... ahora puedo entender que todo es culpa mía.
-La
culpa es un sentimiento inútil -oí una vez más la voz de mi guía.
Lo que fue para mí
una gran alegría, porque, a pesar de que me enojaba por lo que me decía,
hablando con él, pasaba mejor el tiempo en ‘la cárcel de mi cuerpo”.
-Claro que todo es
culpa mía. Si yo acepto que no era un títere de las circunstancias, entonces el
culpable de todo lo que me pasa... ¡ Soy yo!
-Esta es una vida
llena de contradicciones, naces libre pero debes trabajar en conservar tu
libertad y debes hacerte responsable de ella. Tú por ejemplo, estás vivo pero
no lo estás al mismo tiempo, los doctores te creen una planta pero estás
consciente Esperanza en cambio, tiene todas las posibilidades de hacer lo que
se proponga pero se siente paralizada, como tú.
-Dijo que por sus
traumas.
-La palabra trauma
viene del griego y significa herida.
-Sí, eso lo leí en
un libro de psicología.
-Claro que lo
leíste si no, no podría yo decírtelo ahora, pero no me interrumpas... Esta es
la primera contradicción de la vida:
El ser humano nace
totalmente libre pero totalmente dependiente. De hecho, de todos lo animales,
es el que requiere más atención por parte de sus padres.
El niño sabe que,
si sus padres no lo cuidan.., ¡se muere! Entonces el amor se convierte para él,
en una cuestión de vida o muerte.
Ahora bien, cuando
el niño va creciendo, no sabe nada en absoluto y... ¿de quién crees tú que
aprende todo sobre la vida?
-De sus padres.
-Claro está. Si tú
llegaras a un planeta desconocido y vieras como todos los habitantes se golpean
entre si llegarías a la conclusión de que eso es lo normal.
-Como el
desgraciado de mi padre, que nos pegaba a todos.
-Ahora bien, el
niño nada sabe tampoco acerca de sí mismo y... ¿de quién crees que aprende todo
sobre él?
-También de sus
padres, obviamente.
-Así es, el niño
cree que estos dos seres poderosos de los que depende su vida, lo saben todo y
siempre tienen la razón. Cuando tu padre te decía: “Eres un idiota y no sirves
para nada” tú lo creías.
-jClaro que no!
- ¿No?¿Qué te
decías a ti mismo cuando cometías un error?
- Soy un idiota.
-y ¿qué te decías
cuando volvías a beber y te habías propuesto dejar de hacerlo?
-No sirvo para
nada.
- Ahí está! El niño
además, copia de sus padres la forma de relacionarse con todo lo que le rodea.
Si el padre cree que todos los seres humanos son malos, el niño también lo
cree. Si la madre siempre está preocupada o llena de angustia, el niño también
se siente así.
-Así es como
empezamos a amarrarnos hilos en pies y manos, ¿no es cierto?
-jExacto! Y en esta
relación empiezan nuestros traumas o nuestras heridas. Cuando eras un niño
pequeño y cometías un error; tu padre te insultaba o a veces te pegaba, tú creías
que eras malo, eso te hería más que los golpes. Cuando tu madre te decía que si
no te portabas bien ya no te quería, te hería también y te llenaba de angustia.
-Entonces, ¡ellos
tienen la culpa de todo!
-No señor no seas
necio. Ellos también tienen heridas y ellos hacían lo mejor que podían con los
conocimientos que tenían. Ellos también lo aprendieron de sus padres y sus
padres de sus padres.
-Es un círculo
vicioso.
-Un circulo que se
puede romper.
- ¿Si?¿Cómo?
-Dejando de buscar
culpables. Mira, la culpa es, en realidad, el miedo a ser rechazado por los
demás. Un miedo fundado en que cuando eras pequeño, si tus padres te
rechazaban, tu vida estaba de por medio.
Tus padres usaron
la culpa para que hicieras lo que ellos creían era lo correcto: ‘ no comes
bien, eres un niño malo “, “si te portas mal, ya no te quiero “, ‘!a la gente
no le gustan los niños que dicen mentiras o que son groseros”
-Pero... Funcionó!
-Claro que funcionó. La culpa es excelente para controlar a los demás.
-Pero, sin culpa
todos haríamos lo que se nos pegara la gana y nos andaríamos matando unos a
otros.
-Por eso digo que
la culpa es un sentimiento inútil, pues con culpa y todo, los hombres se están
matando unos a otros. En lo que ha fallado el hombre es en hacerse responsable
de sí mismo y de su libertad. La persona que logra aceptar la responsabilidad
de su vida, se da cuenta de que él es quien construye su destino y sabe que
cada decisión que toma moldea su futuro, acepta la responsabilidad de todos sus
actos pero comprende que, como no es perfecto, podrá cometer errores y en ese
caso, no se culpa; si se puede remediar hace algo al respecto; si no, sabe que
no importa cuánta culpa sienta por lo que pasó nada va a cambiar
Con traumas y todo,
con heridas y todo, el hombre tiene la posibilidad de hacer que su vida vaya
mejor o destruirse a sí mismo.
- yo, maldita sea!
Ya no digas más. ¿De qué me puede servir saber esto ahora? ¡Aquí estoy como un
monigote sin poder siquiera desahogar esta terrible rabia y tristeza que
siento!
-Aun ahora eres
libre de elegir tus pensamientos y tus sentimientos.
-Bien, pues en
este momento elijo ¡ te calles!!! Elijo sentirme desgraciado, elijo llenarme de
tristeza de odio y rencor.
Si mis padres
hicieron lo mejor que pudieron, realmente, no hicieron nada bien.
Era yo libre para
hacer de mi vida lo que yo quisiera y elegí tomar y drogarme, elegí acabar aquí
como una maldita planta que piensa...
Hoy elijo,
entonces, perder toda esperanza...
¡Lo único que
quiero es dejar de pensar, dejar de existir!
Esos eran mis
pensamientos cuando la puerta se abrió de repente.
-Hola otra vez, no
te vas a librar de mi tan fácil -dijo Esperanza después de cerrar la puerta,
como si hubiera podido escuchar mis pensamientos.
Se acercó a mi
cama y comentó:
-te tengo buenas
noticias, parece ser que tus padres ya te
encontraron.
-No, no puede ser.
-Vendrán más tarde
a verte -dijo mientras cambiaba el frasco de suero. -Va a ser muy duro para
ellos verte así...
-No, ¡maldición!
No quiero que vengan.
-. . .por lo que
pensé arreglarte un poquito -sacó de su bolsillo un pequeño peine y comenzó a
arreglar mi cabello, el que me tocara siempre lograba tranquilizarme.
- Por qué haces
esto? ¿Por qué cuidas tanto de mí si ni siquiera me conoces?
-Yo no soy muy
creyente, sabes
-comentó-, pero
creo que hay un Dios que cuida de nosotros.
-Si como no, por
eso permite que esté yo en este infierno.
-No sé por qué le
pasan cosas malas a la gente -continuó-, pero creo que Dios cuida de nosotros a
través de nosotros mismos. Por eso soy enfermera. Me imagino que le ayudo a
Dios a cuidar de otros.
A veces pienso
que, en su desesperación, la gente dice:
“Dios mío, ¿por
qué no me ayudas?” Pero en realidad, Dios está en la gente buena que ayuda a
los demás.
Soltó una risa
tímida y a mí me
pareció como si se
iluminara el cuarto.
-Bueno.., ya
quedaste, me voy antes de ponerme más cursi.
Esta vez fue más
adelante: me dio un beso en la mejilla y salió de la habitación
apresuradamente.
¡ Vienen mis
padres!
Mi guía tiene
razón, ésta es una vida llena de contradicciones, los extraño tanto y al mismo
tiempo estoy lleno de rencor hacia ellos. Tengo tantas ganas de ver a mi madre
pero sé que verme así le causará mucho dolor.
Ojalá pueda
perdonarlos, ojalá puedan perdonarme. ¿Vendrá Laura con ellos?
Llegó la noche
mientras yo seguía con mis pensamientos mezclados sobre el perdón, la culpa y
el rencor, hasta que no pude más y me quedé dormido.
Capitulo IV
-Anda hijito,
apúrate para que no llegues tarde a la escuela.
-No me gusta el
avena mami.
-Cómetela para que
tengas fuerzas para estudiar y jugar.
-Y para que pueda
andar en bici, porque... ¿Me vas a enseñar el sábado, verdad?
Recuerda que lo
prometiste.
-Claro que sí
Terminé mi
desayuno cuando sonó el claxon del camión escolar que venía a recogerme. Mi
madre volvió a retocar mi peinado, revisó mi uniforme, me dio mi lonchera y me
despidió con un beso en la mejilla.
Corrí hacia la
puerta de la casa y al abrirla la luz del sol me deslumbró, poco a poco mis
pupilas se fueron acostumbrando a la intensa luz y pude distinguir el rostro de
mi madre, pero no joven y tranquilo como en el sueño del que acababa de
despertar, sino en su edad actual y con una expresión de profunda tristeza.
Constante mente secaba sus ojos con un pañuelo.
Distinguí también
a mi padre parado detrás de ella con su típica expresión de seriedad y
fortaleza, ni siquiera en esta situación se permitía mostrar sus sentimientos,
apoyaba su mano en el hombro de mi madre tratando de consolarla.
-Hijito mío, por
Dios, ¡-suplicaba mi madre.!
-Los doctores
dicen que no puede oírte, trata de calmarte -le decía mi padre.
-¡Cómo es posible
que te haya pasado esto hijito?, ¿por qué? ¿por qué? -empezó a gritar y a
golpearme en el pecho desesperada.
Mi padre la forzó
a levantarse y la abrazó fuertemente contra su pecho para calmarla. -Tienes que
calmarte mi vida -le suplicaba.
- quieres que me
calme? ¡Mira a nuestro hijo está como muerto! -gritaba a la vez que trataba de
alejarse de mi padre.
-¡Es nuestra
culpa! -fue lo último que dijo antes de desmayarse.
Mi padre la sostuvo
entre sus brazos, la recostó en un sillón que había junto a la puerta y salió
apresuradamente a buscar ayuda.
-Mamita
¡perdóname! Nunca quise causarte tanto dolor, no es tu culpa, tú siempre
cuidaste de mí y de mis hermanos.
Mi madre empezó a
volver en sí justo cuando regresaba mi padre acompañado de Esperanza.
-Le voy a aplicar
un calmante -le dijo.
Preparó una
jeringa y le aplicó una inyección en el brazo.
-No puede ser, no
puede ser...
-repetía mi madre
mientras seguía recostada en el sillón.
-Estará bien -dijo
Esperanza y se retiró.
Nunca antes vi a
mi padre tan afligido, estaba desesperado, veía a mi madre abatida y se volvía
para verme, cerró los puños y pude oír como rechinaban sus dientes de tanto que
apretaba la mandíbula, reconocí la mirada que tenía cuando estaba a punto de
golpearnos. Sentí mucho miedo
pero... algo
sucedió. De pronto, se llevó las manos a la cara, se hincó a un lado de mi cama
y empezó a llorar.
Era difícil para
mí creer que estaba presenciando esto, mi padre siempre fue muy duro con
nosotros. Sabía que nos quería porque nunca nos faltó nada pero, era muy
dificil para él expresar sus sentimientos
Pasó un largo rato
llorando y repitiendo: “no es posible, no es posible”...
-Hijo mío, lo
siento -me decía mientras ponía mi mano entre las suyas-. Te quiero mucho
¿sabes?
-No padre no lo
sabía.
-Siempre fui muy
estricto con ustedes porque a mí me enseñaron que lo más importante era la
disciplina. Así fue la educación que yo recibí y la vida fue muy dura conmigo.
-Ahora entiendo
papá, que hacemos siempre lo mejor que podemos.
-Siempre me fue
muy difícil expresar mis sentimientos, pensaba que el darles todo lo material
demostraba mi amor. Ahora sé que no es así.
-No sabes cuánta
falta me hacía oír esto. Y no sabes cuántas ganas tengo de abrazarte y besarte
-quise decirle.
-Siempre estuve
escondido tras una máscara de fortaleza
-continuó- y no es
hasta ahora, que estás aquí inmóvil y tal vez no puedas ni escucharme, que te
puedo expresar lo mucho que te quiero. Sé ahora, que es un grave error. A veces
actuamos como si tuviéramos la vida comprada, como si nuestros seres queridos
fueran a estar con nosotros por siempre. Tal vez debí ser más amoroso, tal vez
debí abrazarte más y exigirte menos. Tal vez todo esto es culpa mía. Pero...
¿qué podía yo hacer hijito? Tú sabes que siempre busqué lo mejor para todos
ustedes.
-Ahora lo sé,
papá. No te culpes más por favor.
-Siempre me
repetías que te dejara en paz, que te dejara vivir tu vida, pero... yo me
desesperaba al ver que perdías tu tiempo y afectabas tu salud. Tal vez hubiera
sido mejor tratar de entenderte y hablar contigo, sin embargo mi padre decía
que la letra con sangre entra, ¿te imaginas? Así es como yo aprendí... ahora sé
que está mal. Lo siento mucho.
No pudo hablar más
y juntó su frente a sus manos mientras estrechaba la mía y lloraba sin cesar.
Ni él ni yo nos
dimos cuenta de que mi madre se había levantado y lo observaba extrañada, no
sabía si era verdad lo que veía y escuchaba o era efecto de la droga que le
habían administrado.
Llena de compasión
se hincó junto a él, lo abrazó y lo besó en la frente.
-Hay que ser
fuertes m’hijo -le decía-. Dios nos va a ayudar.
El resto de la
tarde la pasaron junto a mí, ya no hablaban, simplemente se miraban uno al otro
y cuando uno lloraba, el otro trataba de consolarlo.
Esta escena trajo
a mi mente el recuerdo de aquella vez que estuve en cama con calentura ymis
padres se turnaban para cuidar de mí.
Poco a poco fueron
llegando a mi mente recuerdos de todos los cuidados de mi madre y de todas las enseñanzas
de mi padre.
Gracias a ellos
aprendí a caminar, a hablar, si ellos no me amaran nunca hubiera sido posible
para mí sobrevivir.
¿Cómo es que me
doy cuenta hasta ahora de lo mucho que me aman mis padres, ahora que no tengo
oportunidad de decirles cuánto los amo y cuánto agradezco todo lo que me han
dado?
¿Cómo es que caí
en el juego de culparlos por todo lo que iba mal en mi vida? ¿Cómo es que nunca
pude ver que detrás de ellos había una historia de penas y alegrías que había
formado su manera de ser?
-Te faltó tener compasión -oí una vez más, la voz de mi
guía-. Estabas tan disgustado con ellos y los culpabas de todo lo que te
pasaba, que no podías, siquiera pensar en todo lo bueno que te daban.
Cuando aceptas que
eres libre, que eres el único responsable de que tu vida marche mejor te das
cuenta de que todos hacemos lo mismo y no tienes más remedio que tener
compasión por los demás y no me refiero a sentir compasión entendida como
lástima sino, como ponerte en los zapatos de otros y tratar de entender sus
motivos.
Cuando dejas de
culpar a los demás de lo que te pasa, recuperas todo tu poder Piensa en esto:
si tú eres el responsable de tu vida, en ti están todas las respuestas que
necesitas.
-Lo entendí
demasiado tarde.
-Tu padre tiene
razón, nadie tiene la vida asegurada, en realidad, no tenemos tiempo que perder
El amor que no des hoy no lo darás nunca, si no expresas tu cariño a tus seres
queridos hoy mañana puede ser demasiado tarde.
-Hoy es ya
demasiado tarde.
-Sé fuerte.
La puerta se abrió
y entró Esperanza.
-Siento mucho
molestarlos pero la hora de visita terminó -les comentó a mis padres.
-No, señorita un
ratito más, por favor -suplicó mi madre.
-Lo siento señora,
las reglas son muy estrictas a este respecto.
-Vamos mi amor,
mañana volveremos -le dijo mi padre mientras le ayudaba a levantarse y ambos se
encaminaron a la puerta.
-Señorita,
disculpe, ¿Cuánto tardará en despertar? -preguntó mi madre.
-Señora, ya
hicimos lo mejor que pudimos. Ahora, todo está en manos de la vida. Como puede
reaccionar en un día, puede que no reaccione jamás.
Mi madre recibió
esta noticia como una cubetada de agua fría. Supongo que, ingenuamente pensaba
que todo estaría bien en cualquier momento.
Mi padre volvió a
abrazarla fuerte y la ayudó a salir de la
habitación, sus
piernas apenas la sostenían. La puerta
se cerró tras ellos.
Esperanza se
volvió hacia mí y me dijo -Pobres, la vida está llena de cosas difíciles y no
podemos más que afrontarlas. Pareció muy cruel lo que les dije pero pienso que
sería más cruel llenarlos de falsas esperanzas.
-Tal vez tengas
razón -pensé para mis adentros.
Esta vez, estuvo
muy callada, simplemente cambió el suero, se sentó junto a mí por unos momentos
y salió de la habitación sin despedírse.
-Dios mío ayuda a
mis padres, ya no te pido por mi, haz de mi lo que quieras…. Pero por favor
dales fuerza para salir adelante..
Capitulo V
Los días
siguientes comprobé lo que mi guía me dijo sobre la libertad. Somos realmente
libres, eso significa que podemos cometer errores y que podemos afrontar las
consecuencias de nuestros actos.
Ser libres
significa también, que creamos nuestro futuro con cada decisión que tomarnos,
que el destino no existe, lo creamos en cada momento.
A pesar de que mis
hermanos y yo habíamos recibido la misma educación, nuestros destinos eran muy
diferentes.
Arturo, que era
dos años mayor que yo, había tenido siempre éxito en sus estudios, supongo que
él, en lugar de rebelarse como yo, decidió tomar lo bueno y aplicarlo en sus
cosas, hoy era socio en una firma de arquitectos y su futuro era prometedor.
Lorena, un año
menor que yo, se había casado hacía unos meses. Mi padre no aceptó a su novio,
de hecho, le dijo que si se casaba con él se olvidara de que era su hija. Ella
se mantuvo firme en su decisión y no se habían visto desde entonces.
Por último estaba
Graciela, la consentida de la familia, tenía
sólo 8 años.
Cuando supimos que mi madre estaba embarazada fue una sorpresa para todos. Su
nacimiento me trajo muchas alegrías. Era mi adoración y ella me quería mucho.
Poco a poco fueron
mis padres aceptando la situación y yo también.
En los meses que
pasaron, logré ver partes de mi familia que nunca había visto antes: el lado
amoroso y tierno de mi padre, la gran fortaleza de mi madre, la unión que nunca
sentí entre mis hermanos.
Supongo que el
verme totalmente indefenso e inmóvil
traía a su mente
la fragilidad de la vida y los enfrentaba con su propia vulnerabilidad.
Recuerdo cuando se
encontraron Lorena, su esposo y mi padre en mi cuarto, no hubo necesidad de
palabras, explicaciones, ni disculpas. Lorena corrió a abrazar a mi padre y él
la recibió como diciendo: te extrañé mucho. Después se volvió hacia su esposo y
le dijo; “Gracias por venir.., yerno” y estrechó su mano. Eso fue suficiente
para dejar en claro que mi padre respetaba ahora su decisión, que ahora, era
más importante para él poder ver a su hija que tener la
razón.
Qué terrible que
tuviera que pasar una tragedia para que mi familia se uniera y empezaran a
expresar su amor, se dejaran de resentimientos y complicaciones. Pero... ¿Por
qué es así? Si en realidad somos tan libres, ¿Por qué no elegimos ser buenos
con nosotros mismos y con los que nos rodean?
-Por nuestras
creencias. -una vez más, mi guía venía a enseñarme algo.
- las creencias?
No entiendo-le contesté.
-Nuestras creencias
moldean nuestra existencia.
Cualquier cosa que
tú crees de ti mismo es cierta. Cualquier cosa que tú crees de los demás y
cualquier creencia que tengas sobre lo que pasa a tu alrededor, es también la
verdad.., para ti.
-No entiendo nada.
-Mira, todo lo que
tú ves, sientes, oyes y vives es verdad para ti mismo, pero no para los demás.
Tú vives las cosas que te pasan de una manera distinta a todo el mundo. Todos
tenemos una forma distinta y única de ver la vida.
-Es por eso, que
las discusiones casi nunca llegan a una solución.
-Claro, discutir
es querer que
otra persona vea
la vida como tú la ves y eso es... ¡imposible!
Millones de
personas -continuó mueren en las guerras porque sus líderes quieren imponer su
forma de ver la vida, a otros líderes. Basta que el presidente de un país
quiera imponer su creencia de que un sistema económico es el adecuado, o de que
todos deben de adorar a su dios, para que mande matar a todos los que se
rehúsan a creer lo mismo.
-Quince millones
murieron en la segunda guerra mundial, es increíble. -comenté.
-Así es, Hitler era
un psicótico y logró convencer a toda una nación, de que pertenecían a una
nación, de que pertenecían a una raza superior Seis millones de inocentes
sufrieron las peores atrocidades que la humanidad haya presenciado jamás.
-Pero, ¿qué tiene
esto que ver con ser bueno con los demás?
-pregunté.
-Tiene todo que ver
¿Qué es lo que más extrañas en este momento?
-Mi salud, la
capacidad de moverme, de poder expresar mis ideas y sentimientos. La posibilidad
de convivir con mis seres queridos.
-Así es que...
extrañas lo que ya tenías.
- Antes era para
mi lo más natural, supongo que lo di por asegurado y no me permití siquiera,
comprender la bendición que era mi cuerpo.
-Pues así también,
damos por seguro las cosas más valiosas de la vida y andamos por ahí, buscando
lo superficial, porque creemos que hay “algo” que nos haría felices si lo
tuviéramos.
-Sí, nos olvidamos
de lo realmente importante: de nuestras relaciones, de lo que ya tenemos;
siempre queremos más y más.
-El ser humano
tiene la creencia errónea de que necesita algo para ser feliz, no se da cuenta
que,¡ ¡ ¡ tiene todo lo que necesita!!! No se da cuenta que la felicidad es una
forma de ver la vida, una actitud, una costumbre.
-Tienes razón, mi
vida estaba llena de bendiciones, pero yo siempre estaba insatisfecho -le
contesté.
-La mayoría de la
gente lo está, siempre caen en e/juego estúpido de acumular y acumular
Unos acumulan
dinero y posesiones, otros conocimientos y títulos. Llenos de miedo a la
pobreza, al qué dirán, a no ser una persona valiosa; sin darse cuenta que, no
es lo que tienen lo que los hace valiosos, sino lo que son.
-Es como una
competencia. Yo recuerdo siempre querer ser mejor que los demás, tener mejor
coche, ser más guapo. Hoy daría sin pensarlo, todo eso por simplemente poder
abrazar a mis padres.
-Sin embargo -me
interrumpió-, es una competencia en la que nadie gana, porque todos somos
únicos y de pronto se nos olvida que nada nos llevaremos y que los logros nada
valen si no tenemos a alguien con quien compartirlos. ¿Puedes darte cuenta de
que respondemos a creencias erróneas?
Después de
recapacitar un poco comenté:
-Me parece que
tienes toda la razón, siempre andamos tratando de tener más, de hacer más, de
lograr más, de ser más; sin damos cuenta de que si nos detuviéramos un poco
para disfrutar y agradecer lo que ya tenemos, lo que hemos logrado, lo que ya
somos, seríamos felices en ese momento. Y, sin embargo... ¿por qué es así?,
¿cómo es que casi todos hacemos lo mismo?, ¿cómo es posible que olvidemos que
lo más importante en nuestra vida son nuestras relaciones?, ¿por qué este afán
de ignorar lo que tenemos y enfocamos en lo que no tenemos?
-Porque
compartimos creencias erróneas Todos? ¿Cómo es posible?
-Es posible porque
vivimos en una sociedad neurótica. Que propicia creencias equivocadas, que
promueve valores falsos y que tiene mal establecidas sus prioridades.
-Me parece difícil
creer que todos estemos equivocados.
- ¿Cómo te
explicas entonces las guerras? Mandar a nuestros propios hijos y hermanos a la
muerte para defender nuestras ideas. ¿Cómo te explicas que la riqueza del mundo
esté repartida entre el 10% de la población y el resto se muera de hambre?
¿Cómo puedes explicar entonces que la gente mate por dinero, que los padres
pongan más atención en su trabajo que en sus hijos y su propia familia? ¿Cómo
entiendes entonces, que estemos contaminando y destruyendo nuestro planeta que
es nuestra casa y que estemos aniquilando a casi todos los seres que lo
habitan? es entonces la razón de que veamos a los niños morir de hambre y no
hagamos nada al respecto?
-Está bien, está
bien, ya te entendí.., no te enojes.
-Yo ya superé las
emociones como el enojo. Lo que quiero que entiendas es que la realidad del
mundo ha sido creada por el hombre y sus creencias. Creer que no hay suficiente
para todos, nos ha llevado a crear una realidad de miseria. Creer que el dinero
y el poder traen la felicidad nos ha llevado a alejarnos de nuestros hermanos.
Pensar que nuestra vida depende de lo que pasa a nuestro alrededor nos ha hecho
perder el control de nuestras vidas.
- Es decir que
nuestras creencias crean nuestra realidad?
-lExacto! Lo que
tú crees, tarde o temprano se manifiesta en tu vida.
En eso estábamos,
cuando escuché que alguien discutía detrás de la puerta de mi habitación...
Reconocí la voz de
Esperanza que decía:
-No puede entrar
señora, sólo cuando estén presentes los familiares.
-Pero yo no quiero
ver a sus familiares, lo quiero ver a él -decía una voz femenina que no
reconocí de momento-. Además, ¿No me hace esto su familiar? -continuó sin que
yo pudiera saber a qué se refería- usted es su novia? -preguntó Esperanza.
- le importa?
Déjeme pasar...
La puerta se abrió
violentamente y ahí estaba ella, por fin... Laura había venido a visitarme.
Se acercó hasta la
cama mientras Esperanza la seguía, tratando de detenerla. Al verme se puso tan
pálida que creí que iba a desmayarse. Esperanza, al ver la expresión de su
rostro, cesó en su intento de evitar que me viera y le puso la mano sobre el
hombro para calmarla.
Se quedó inmóvil,
simplemente
viéndome como
asustada, hasta que después de un rato explotó gritando:
-¡Maldito
desgraciado! ¿Cómo pudiste hacerte esto? ¿Cómo pudiste hacerme esto? -gritaba
mientras su rostro se llenaba de lágrimas-. Y ahora ¿qué voy hacer? Mírame
-decía a la vez que se llevaba las manos al vientre. Era obvio que tenía siete
u ocho meses de embarazo.
Sentí que un
escalofrío recorrió mi cuerpo cuando vi que se acercaba gritando, con la
intención de arañarme el rostro... Por desgracia Esperanza la detuvo
sosteniéndola de los brazos y alejándola de mí. Por desgracia, porque en ese
momento entendía perfectamente su enojo y con gusto la hubiera dejado que me
hiriera con tal de apagar su rabia... con tal de disminuir la culpa que yo
sentía... con tal de que me tocara...
Esperanza apretaba
fuertemente sus brazos mientras ella forcejeaba tratando de soltarse.
- maldita sea,
déjame!
-gritaba y peleaba
como loca.
-Trata de
calmarte, te va a hacer daño, nada vas a lograr con esto.
-le repetía
Esperanza una y otra vez.
Poco a poco se fue
calmando,
dejó de pelear y
permitió que Esperanza la abrazara. Para ese entonces dos elementos de
seguridad del hospital estaban ya en el cuarto; dos hombres altos usando
uniformes blancos. Esperanza les indicó que todo estaba bajo control y que no
era necesaria su presencia. Después de que los hombres se retiraron, les
siguieron Laura y Esperanza hacia fuera de la habitación.
Varios
sentimientos encontrados llenaban mi mente. Por un lado la alegría de saber que
Laura se encontraba viva y por otro, la tristeza de verla sufriendo tanto.
Además... ¡está embarazada! Ay
Dios mío, ¿por qué
ahora que nada puedo hacer?, ¿qué va ser de ella y del bebé?, ¿por qué me pasa
esto a mí?
-Ay .. ¿por qué me
pasa esto a mí? -repetía mi guía en tono burlón en mi cabeza-. Las cosas no te
pasan a ti, simplemente pasan...
- maldito! ¿Cómo
puedes burlarte de mi sufrimiento? -le contesté en mi mente. Sentía que
estallaba de rabia y sentí un dolor muy intenso en el pecho...
-No me burlo de tu
sufrimiento, me burlo de tu arrogancia -fue lo ultimo que le oi decir antes de que me sucediera algo extraordinario….
SEIS
Por unos momentos,
mi campo visual cambió por completo. Ya no me encontraba viendo hacia la
lámpara destartalada del techo sino hacia abajo... ¡Me veía a mí mismo! Veía mi
cuerpo inmóvil, débil y desgastado, veía mi cara demacrada con los ojos
exageradamente abiertos y con una expresión de terrible angustia. Esa imagen me
hizo comprender la razón por la que todos mis conocidos se aterrorizaban al
verme.
Todo pasaba frente
a mis ojos como en cámara lenta. Podía escuchar una alarma en el aparato junto
a mi cama indicando que mi corazón se había detenido. Vi cómo dos doctores y
varias enfermeras, Esperanza entre ellas, entraban apresuradamente a la
habitación. Los veía preocupados revisando cables y moviendo interruptores.
Una sensación de
inmensa paz y de completa indiferencia me invadió. En cuestión de segundos,
recordé los momentos más importantes de mi vida.., de hecho, no sólo los
recordaba, sino que los volvía a vivir.
Y volví a vivir lo
tierno y cálido de los brazos de mi madre cuando yo era un bebé, percibí su
perfume y su mirada tierna, su cariño y su amor por mí. Volví a vivir los
momentos felices con mis seres queridos. Volví a escuchar las risas y a sentir
la alegría de compartir con ellos mi vida.
En segundos
recorrí todos los momentos especiales para mí: la primera vez que vi el mar, el
calor del sol en mi piel, mi primer beso, el sabor de mi comida preferida,
todos los paisajes hermosos que tuve la oportunidad de disfrutar, mi melodía
favorita y el estar con Laura...
“Quisiera estar
con Laura otra vez y conocer al bebé...”
Ese fue el último
pensamiento que tuve en esos momentos maravillosos. Lo que siguió no fue nada
agradable... después de una fuerte descarga eléctrica volví a sentirme en mi
cuerpo, pude ver a un doctor inclinado frente a mí sosteniendo dos aparatos
contra mi pecho. Un choque eléctrico más hizo que mi espalda se encorvara y que
mi cuerpo se estremeciera sobre la cama.
-Tiene pulso
-gritó alguien en el fondo.
-Los signos
vitales se normalizan.., lo recuperamos
-comentó una de
las enfermeras.
Mientras todos los
que estaban ahí se retiraban entre sonrisas y felicitaciones, el doctor que aun
estaba frente a mí, me miraba pensativo… que pasa? -se acercó Esperanza a
preguntarle.
-No sé si hago
bien o mal al mantenerlo vivo -contestó.
-Haces bien... ese
es tu trabajo
-le dijo Esperanza
dándole dos palmadas en la espalda.
-No creo que dure
mucho... a ver qué pasa -respondió con frialdad y alzando los hombros como
diciendo: “ya no depende de mí”.
Después de revisar
que los aparatos alrededor de mi cama funcionaran correctamente y que mis
signos vitales continuaran estables, el doctor se retiró pidiéndole a Esperanza
que. llamara a mis padres para informales lo sucedido.
A pesar de que el
dolor y la incomodidad en mi cuerpo habían vuelto, aún conservaba la paz que me
invadió momentos antes. Tenía además, una claridad en mi mente que no había
experimentado jamás. Era como si de pronto, todas mis preocupaciones, mis
miedos y mis inseguridades hubieran desaparecido. Como si de pronto
recobrara una gran
sabiduría que había perdido. Como si hubiese podido ver, por unos segundos, una
perspectiva más grande. Algo había cambiado en mí... yo había cambiado.
Todavía no me
puedo explicar lo que pasó realmente. Tal vez mi cerebro aún recibía suficiente
oxígeno para mantenerme vivo y todo lo imaginé, tal vez había alcanzado un
estado superior de conciencia o tal vez, en efecto, había recibido una segunda
oportunidad.
Realmente no
importa, lo que quedó bien claro en mi mente es que mi deseo de estar con Laura
y ver al bebé me mantenían con vida. De alguna manera entendí que la única
forma de estar en este mundo y con nuestros seres queridos, es a través de
nuestro cuerpo. Que la única forma de ser yo mismo, es a través de mi mente.
Que lo que yo soy, es una combinación historias, recuerdos, expectativas,
creencias, gustos, experiencias, anhelos y deseos... todos únicos y todos
irrepetibles.
Comprendí que esta
vida es la única oportunidad que tenemos de ser nosotros mismos. Ya no me
importaba tanto mi condición, la alegría de estar aquí y de poder participar de
la vida, aunque fuera como un espectador, bien valía la pena.
-Nada como una
probada de la muerte para poder apreciar la vida -escuché a mi guía-. ¿Sigues
enojado?
-Yo ya superé las
emociones como el enojo -ahora era yo el del tono burlón.
-jJa! Hasta de buen
humor te pusiste.
-Y como no
estarlo, me acaba de suceder un milagro.
-Así es, la vida es
un milagro y una gran oportunidad. Es increíble que a la mayoría de la gente se
le olvida. Se enfocan en los problemas, en lo que les falta, en empresas
inútiles, en preocupaciones estúpidas.
Se acostumbran a
despertar cada mañana, a sentir los latidos de su corazón, a lo maravilloso de
sus sentidos, a la posibilidad de expresar sus ideas, su amor; su
individualidad y se olvidan de que cada uno de esos dones es un milagro en sí
mismo. Reciben el regalo de la vida y no saben qué hacer con él, les aburre, lo
desperdician.
-Es como si te
ofrecieran un tesoro todos los días y no quisieras recibirlo, o como si lo
recibieras de mala gana y no lo utilizaras comenté.
-Es por eso que la
muerte puede ser tu mejor amiga. Y no me refiero a obsesionarte con ella o a
desearla o a deprimirte porque es inevitable, sino a recordar que todos tenemos
los días contados, que en cualquier momento podemos dejar de existir Si la
gente tuviera esto en mente te aseguro que vivirían mucho mejor Cuando la
muerte se hace presente, los problemas de la vida diaria no son tan graves, las
preocupaciones no tienen sentido, las discusiones, el odio y el resentimiento
desaparecen de nuestras relaciones porque queremos aprovechar al máximo el poco
tiempo que tenemos.
-Parece que lo que
me pasó, me hizo despertar.
-Lo expresaste a la
perfección:
¡Despertaste! Lo
cual me da mucho gusto porque ya tienes una nueva perspectiva a partir de hoy
nuestras conversaciones serán mucho más interesantes.
-¡Quieres decir
que siempre había estado dormido?
-Por así decirlo,
sí. La mayoría de la gente vive en un sueño toda su vida y, lo peor de todo,
que ni siquiera es un sueño agradable. No pueden ver más allá de lo que les han
dicho que tienen que hacer Son arrastrados por la rutina y no pueden escaparse
de ella, atrapados en comportamientos que no les dan los resultados que buscan,
en relaciones conflictivas que no los satisfacen, en búsquedas que no les
pertenecen, en costumbres que desprecian.
-Como si fueran
unos robots programados para trabajar, para ser productivos, para conseguir lo
que otros les han dicho que necesitan. Respondiendo de forma automática a lo
que les han hecho creer.
- Respondiendo
ciegamente a sus creencias
Creencias que les
han sido impuestas y que no han puesto a prueba. Creencias erróneas que han
sido pasadas de generación en generación como si fueran un defecto genético.
-Pero... ¿cómo se
puede uno librar de algo que ha creído toda su vida? ¿de algo que es
considerado verdad por la mayoría de la gente? -pregunté.
-Analizando las
creencias y poniéndolas aprueba. La persona que quiere despertar y dejar de ser
un esclavo de su educación, de la sociedad y de su pasado, necesita poner a
prueba todo lo que cree. Esa es la única forma de recuperar la libertad. Por suerte,
tú y yo, tenemos aún la oportunidad de hacerlo.
- ¿para qué?
- Todavía te
importa el para qué?
-No... viéndolo
con calma, ya no me importan tanto el por qué ni el para qué.
SIETE
Esa misma noche
fue a visitarme mi padre acompañado de mis hermanos Arturo y Lorena. Ya
Esperanza les había informado de lo sucedido y esperaban al doctor de guardia
para que les explicara los detalles.
Lorena se acercó a
mi cama, mientras mi padre y Arturo hablan en voz baja cerca de la puerta sin
que pudiera yo escuchar lo que decían.
-Hermanito,
hermanito... -me decía Lorena en voz baja llorando y sosteniendo mi mano.
Hola hermanita, me
da mucho gusto poder verte otra vez. Estoy bien no te preocupes -imaginaba
contestarle.
Lorena siempre
había sido buena conmigo. Nunca fuimos muy abiertos para expresar nuestro
cariño, sin embargo, ambos teníamos la certeza de que podíamos contar con el
otro cuando lo necesitáramos y eso nos daba un sentimiento de unión más allá de
las palabras.
El doctor tocó dos
veces antes de abrir la puerta y pidió estar con mi padre a solas. Una vez que
Lorena y Arturo salieron de la habitación, el doctor acercó dos sillas a un
lado de mi cama para hablar con mi padre.
- ¿Comoestá mi
hijo doctor? ¿Qué fue lo que pasó? -preguntó mi padre ansioso.
-No muy bien
señor. Su estado ha empeorado últimamente. Su corazón se detuvo hoy y aunque
sus signos vitales están estables, hay muchas probabilidades de que vuelva a
suceder.
-¿Es decir que
morirá pronto?
-No lo podemos
saber con exactitud. Han pasado ya ocho meses y esta es la primera vez que
sucede. Puede que su corazón se detenga en cualquier momento y no podamos ya
revivirlo. Es por eso que pedí hablar con usted en privado... Necesito que
firme unos papeles -Continuó mientras sacaba varias hojas de una carpeta y se
las entregaba.
Mi padre comenzó a
leer. De pronto se puso de pie, arrugó desesperado las hojas de papel entre sus
manos y se las arrojó al doctor gritando:
-¡Está usted
loco?, ¿Quiere que firme un permiso para dejar morir a mi propio hijo?...
El doctor asustado
se puso de pie tirando su silla hacia atrás y mientras se sostenía con una mano
de la pared para no caerse, se cubría con el otro brazo para evitar que los
papeles le golpearan el rostro.
-Cálmese señor..
no se trata de eso -pedía el doctor tratando de recuperar la compostura.
Arturo, al
escuchar los gritos de mi padre y conociendo su temperamento, entró apresurado
a la habitación para ver lo que sucedía.
-¿Qué pasa papá?
-preguntaba poniéndose entre el doctor y mi padre para calmar la situación.
-No me voy a dar
por vencido tan fácilmente.
-Está bien, está
bien, pero ¿qué es lo que pasa? -decía Arturo mirando a mi padre y luego
volviéndose hacia el doctor, tratando de entender la situación.
-Necesitamos que
firme una autorización para que no intervengamos la próxima vez que su corazón
deje de latir, ¡eso es todo! -contestó el doctor mientras recogía los papeles
arrugados del piso-. Piénsenlo bien -dijo, dándole los papeles a mi hermano,
retirándose visiblemente molesto.
-Papá... ese es el
doctor que salvó a mi hermano esta tarde..
¿Sí? Pues ya no
quiere hacerlo más -contestó mi padre molesto.
Después de leer
cuidadosamente los papeles que le dio el doctor,
Arturo suspiró
profundamente y comentó:
-Papá, comprende
que han sido ya ocho meses... ocho meses de tensión para todos nosotros, mi
madre no está siquiera enterada de lo que pasó hoy... además ¿cuánto has
gastado en el hospital?
-El dinero es lo
que menos importa ahora -alzó la voz mi padre molesto y levantó el puño
desafiante.
En un segundo
comprendió que había vuelto a su comportamiento anterior y recapacitando se
disculpó:
-Perdóname hijo,
estoy desesperado.
-Te entiendo papá,
esto es duro para todos.
- ¿Que va a pasar
con tu mamá cuando se entere?
-Mi mamá se ha
vuelto muy fuerte con esta experiencia. Papá, ha pasado ya tanto tiempo, ¿no
crees que ya se ha hecho a la idea?
-Nunca puedes
hacerte a la idea de perder a un hijo -contestó mi padre.
-Me refiero a que
ella sabe que es sólo cuestión de tiempo. Además, mira -le decía mi hermano mientras
me señalaba con el dedo-. En este estado crees que si vuelve en sí, ¿volverá a
estar bien? Lleva tanto tiempo
así... ni siquiera
sabemos si su cerebro sigue funcionando.
-Mejor de lo que
te imaginas -le contesté en mi mente.
-Pero eso no lo
podemos decidir nosotros -decía mi padre mientras tomaba la mano de Arturo para
evitar que me siguiera señalando-. Eso es jugar a Dios.
-¡Jugar a Dios es
mantenerlo vivo! Tal vez es el mismo Dios el que detuvo su corazón y tenerlo
aquí está en contra de su voluntad. Tal vez está sufriendo y lo que hacemos es
prolongar su dolor.
Al oír esto mi
padre se tumbó en la silla y llevando sus manos al rostro murmuró abatido:
-Maldita sea... no
sé qué hacer.
-Firma la
autorización papá -le dijo Arturo entregándole el montón de papeles arrugados.
-Mi padre se quedó
viendo unos momentos las hojas y de manera casi inconsciente tomó su pluma del
interior de! saco y después de secar una lágrima que escurría por su mejilla,
firmó los papeles... firmó mi propia sentencia de muerte...
-¡No seas tan
dramático! -mi guía siempre quería dar su opinión-. Todos moriremos tarde o
temprano, lo importante no es vivir mucho tiempo sino aprovechar al máximo el
tiempo que estamos vivos.
-Me parece curioso
que no estoy enojado con mi padre ni con mi hermano. En realidad comprendo lo
difícil de su situación -le comenté.
-Perdonar no es una
acción en sí misma, perdonar es simplemente comprender Cuando logras comprender
que todos buscamos lo que creemos que es mejor para nosotros, que nuestras
acciones son por lo regular, bien intencionadas, que todo lo que hacemos tiene
como objetivo acercarnos a lo que creemos que es la felicidad; entonces te das cuenta de que no
hay nada que perdonar
-¿A Pero, cuando
alguien te hiere con toda la intención?
-La mayor parte de
la gente no tiene la intención de hacerte daño. Todos tomamos nuestras
decisiones a partir de los conocimientos que tenemos y de las circunstancias
que nos rodean en ese momento.
Si tu pareja decide
terminar tu relación e irse con otro, lo hace porque la relación que tiene
contigo ya no la hace feliz y porque cree que estará mejor con esa otra
persona; no lo hace por molestarte o por herirte, lo hace porque eso es lo
mejor que puede hacer en ese momento. Muchas personas dicen: “me abandonó en
realidad no te abandonan. simplemente se van. La gente no te desilusiona
simplemente hace lo que puede hacer si no coincide con lo que tú crees que
deberían hacer entonces tú te desilusionas.
- ¿Qué hay de la
gente que roba, mata o engaña a otros premeditadamente?
-Lo que pasa con
ellos es que tienen una visión muy limitada, no han aprendido que hay otras
formas de obtener lo que quieren, no saben que causarle un mal a otro es
causártelo a ti mismo.
¿ Crees tú que se
pueda disfrutar del dinero que se ha obtenido engañando, robando o afectando a
otros?
-No, no lo creo.
- Te imaginas lo
que es vivir con un miedo constante a ser descubierto, con el cargo de
conciencia de las malas acciones, con el rechazo de la gente?
-En sus propias
acciones llevan el castigo. ¿Debemos aceptar entonces lo que hace la gente a
pesar de que nos afecte?
-No, una cosa es comprender y aceptar y otra, muy
diferente, es resignarse y aguantar. Comprender es ponerte en los zapatos del
otro, estar consciente de que nadie puede desilusionarte, ofenderle,
abandonarte, sólo tú mismo.
¡ Aceptar es
reconocer que todos tienen el derecho de buscar la felicidad en la forma que
crean conveniente. Por otro lado, aguantar los comportamientos de otro que te
afectan, o resignarte a vivir en una relación que no te hace feliz, es jugar a
la víctima. hacerte el mártir y eso va en contra de tu propia naturaleza.
Después de un
rato, pasó Lorena a la habitación y al explicarle lo que había sucedido,
decidieron todos comentarlo con mi madre para que se fiera preparando. Ella y
mi padre se dirigieron a mi casa y Arturo estuvo de acuerdo en pasar a dejar
los papeles a la oficina del doctor.
OCHO
El día siguiente
volvió Laura a visitarme y se encontró con mis padres en mi habitación. No se
habían visto desde el día del accidente ni estaban enterados de su embarazo.
Noté que Laura estaba más tranquila, pude ver en su rostro que el enojo del día
anterior se había convertido en una prolongada tristeza.
Ahí frente a mí,
les explicó a mis padres lo que había sucedido aquella noche:
-Durante la
fiesta, tuvimos una discusión muy fuerte señora,
-decía
dirigiéndose a mi madre-, él había tomado mucho y estaba muy mal. Se alejó por
unos momentos con su amigo Eduardo y cuando regresaron los dos estaban como
locos. Tenían la mirada perdida y decían cosas incoherentes. Habían ya decidido
irse de la fiesta, yo intenté detenerlos pero no pude. Dando tumbos se subieron
al coche de Eduardo y arrancaron rechinando las llantas a toda velocidad, yo me
quedé parada en la calle observando como se alejaban. Al llegar a la esquina
ignoraron la luz roja del semáforo... -hizo una pausa y se quedó mirando hacia
el piso tratando de recordar lo que
había visto. Mi
madre se tapó la boca con la mano como queriendo aguantar el llanto, mi padre
puso su brazo alrededor de sus hombros y Laura continuó:
-Un camión de
carga se estrelló justo en la puerta del conductor, me parece que el chofer no
tuvo siquiera oportunidad de frenar, los golpeó con tanta fuerza que el auto
dio varias vueltas antes de quedar con las llantas hacia arriba... Yo corrí
hasta donde estaba el auto y cuando los ví, atorados entre fierros y vidrio,
llenos de sangre... estaba segura de que los dos habían muerto...
-Bueno, y ¿qué
pasó después?,
¿Qué hiciste?,
¿Adónde fuiste?
-Preguntó mi padre.
-No recuerdo bien
lo que pasó...recuerdo que la gente se empezó a juntar alrededor del auto y que
me empujaban para poder ver lo que había pasado. Yo empecé a caminar alejándome
del lugar... estaba como dormida, caminé por mucho tiempo sin saber de mí. No
recuerdo ni cómo llegué a mi casa
-Pero.. ¿por qué
no nos llamaste? Estábamos muy preocupados por ti. No sabemos dónde vives, ni
tu teléfono
-preguntó mi
madre.
-Perdónenme
señora.., estaba tan asustada. Después de lo que pasó, caí en una fuerte depresión
y, tratando de sentirme mejor, me fui a vivir con una tía lejos de aquí,
convencida de que habían muerto.
-Bueno y ¿ese bebé
que estás esperando? Es de...- de él señora, de su hijo -la interrumpió.
-Pero... nunca nos comentó nada -contestó mi madre.
-El tampoco lo
sabía señora, yo iba a decírselo en la fiesta... pero ya no puede hacerlo.
- -dijo mi madre y
la abrazó llorando.
Laura también la
abrazó mirando a mi padre buscando su aprobación. Mi padre puso sus
fuertes brazos
alrededor de ellas para mostrar su apoyo. Así estuvieron unos momentos y
después Laura comentó:
-Vine a la ciudad
a que me examinaran y me enteré de que él estaba aquí. Por eso vine, sólo para
encontrarlo así... -decía mientras me miraba con los ojos llenos de lágrimas.
-Sé fuerte hijita
-contestó mi madre, tomándola de la mano y también volteando a verme.
Siguieron
comentando sobre lo que había pasado y sobre el embarazo. Me enteré entonces de
que le faltaban tres semanas para dar a luz.
Me sorprendió la
fortaleza que mostraban todos y entendí porqué mi guía me había llamado
arrogante cuando me quejaba de lo que me estaba pasando.
-Dentro de todos
nosotros hay una gran fortaleza que nos permite salir adelante de las peores
situaciones -comentó mi guía-. Una y otra vez nos reponemos del dolor que nos
causa perder lo que amamos.
-Sin embargo en
esos momentos nos parece que se nos acaba el mundo y que no tendremos la fuerza
suficiente para resistir el dolor -le contesté.
-En esos momentos
hay que tratar de recordar que ya hemos sobrevivido situaciones difíciles, hay
que hacer un esfuerzo por entender que nos duele tanto, porque somos seres
sensibles y amorosos; que si nada nos importara, no nos dolería pero nos
perderíamos del gozo más grande que existe: amar a otros.
-Viéndolo con
calma -interrumpí-, amar a otros es un acto de valentía. Amamos a pesar de
saber que irremediablemente perderemos aquello que amamos, a pesar de saber que
todo puede terminar, sin una garantía de recibir algo a cambio.
-Nada necesitas
recibir a cambio del amor que das ya que amar a otros es un regalo que te das a
ti mismo.
-Y entones, ¿por
qué el amor siempre está rodeado de tanto sufrimiento?
-Porque eso que la
mayoría de la gente llama amor, no lo es. Lo que te hace sufrir es el egoísmo y
la arrogancia.
-Explícamelo, por
favor -le pedí.
-La gente que dice
que sufre por amor en realidad está sufriendo por creer que la persona amada
tiene que hacer lo que él quiere y eso es arrogante. La persona que sufre
porque cree que su amado tiene que satisfacer sus necesidades, es egoísta.
Eso que la mayoría
de la gente llama amor es más bien como un contrato comercial que dice: ‘Me
comprometo a amarte siempre y cuando seas como a mime gusta y siempre y cuando
hagas lo que yo diga”
En realidad, el
amor es libre, no exige, no quiere cambiar al otro, no es posesivo, no es
condicionado.
-Es una
contradicción que seamos tan fuertes y que suframos tanto.
-Mucha gente está
acostumbrada a sufrir y a ser infeliz. Tan acostumbrada que hacen de la
infelicidad parte de su identidad y de su personalidad, por eso les es tan
difícil estar bien. Es por eso que se enfocan en lo negativo y se olvidan de
todas las bendiciones que reciben diariamente
- se supone que
nada nos tiene que doler? -le pregunté.
-El dolor no es lo
mismo que el sufrimiento. El dolor esparte de la vida y viene de perder lo que
amamos. El sufrimiento viene de no aceptar lo que pasa, de la idea de que
podría ser diferente, de pensar que las cosas tienen que hacerse a tu manera.
-Pero entonces,
¿Somos responsables de nuestra vida o no? Por una parte me dices que tenemos el
poder de hacer de nuestra vida lo que queramos y por otra que debemos aceptar
todo lo que pasa.
-Eres responsable
de tu vida, no de la vida. Una contradicción más: No tienes poder en lo
absoluto y tienes todo el poder que necesitas.
-Creo que te
entiendo. Es como mi condición en este momento, no puedo hacer nada para
cambiar lo que está pasando y, sin embargo, en el momento en que lo acepté dejé
de sufrir. Lo que me parecía un castigo hace sólo unos días, ahora me parece
una bendición, la oportunidad de estar unos momentos más con mis seres queridos
y de participar en sus vidas. Hace sólo unos días quería ya que mi vida acabara
y ahora sólo pido aguantar las tres semanas que faltan para que pueda conocer a
mi bebé.
-Nada ha cambiado
en el exterior; sólo tu actitud ante lo que pasa Ese es el gran poder que tiene
el ser humano: la capacidad de decidir cómo reaccionar ante lo que le presenta
la vida. Si bien no puedes controlar lo que pasa a tu alrededor puedes decidir
cómo interpretarlo y qué actitud tendrás. Eres responsable de lo que piensas,
de las decisiones que tomas, de cómo lo quieres ver y vivir
-Además, sólo soy
responsable de mí y de nadie más.
-Así es. Lo que más
puede llenar tu vida de sufrimiento y de frustración es creer que eres
responsable de lo que otros sienten, piensan o hacen. Todo el mundo está listo
para llenarse de la culpa, del dolor y del sufrimiento de otros, como si eso
ayudara en algo. Creer que alguien depende de ti para ser feliz o estar bien es
muy arrogante, es una carga inútil y demasiado pesada. Cada quien tiene la
responsabilidad de su propia vida.
Tan concentrado
estaba en esta plática en el interior de mi cabeza, que ni cuenta me di que mis
padres habían salido y Laura se había quedado en la habitación a solas conmigo.
Colocó una silla junto a mi cama, me tomó de la mano y empezó a llorar en
silencio mientras posaba su mirada en mi rostro. Después volteó hacia la puerta
para asegurarse de que estaba cerrada, se acercó a mí como si fuera a contarme
un secreto y en voz baja me dijo:
-Hola mi amor, me
haces mucha falta... -el llanto le impedía seguir hablando. Puso su brazo
encima de mi pecho y hundió su cabeza en la almohada junto a la mía, pude
sentir sus lágrimas corriendo por mis mejillas y su perfume me trajo cientos de
recuerdos de nuestros momentos juntos.
¡Qué ganas de
poder acariciar su pelo con mis manos, de poder secar sus lágrimas con mis
besos y decirle que yo también la extrañaba muchísimo, que era por ella que
seguía yo aquí! ¡Cómo quería expresarle cuánto la amaba y pedirle perdón por
los malos momentos que le hice pasar!
Siguió así unos
segundos más y después alzó la cabeza para verme. Me sorprendió que lloraba y a
la vez sonreía, mostrando esa fortaleza de la que habíamos hablado mi guía y
yo.
-Ya viste que
panzota tengo, mi vida? -me dijo en tono de broma llevándose una mano al
vientre y acariciándolo.
-Es tu bebé...
nacerá pronto -se quedó pensativa un momento y después continuó-. Este nene es
producto de nuestro amor, yo sé que nuestra relación no era perfecta pero
siempre tuve la seguridad de que me amabas
-seguía hablándome
pasando del llanto a la risa en una mezcla inexplicable de alegría y tristeza.
-Te amo
profundamente, si te traté mal es porque respondía a creencias equivocadas,
-imaginé contestarle -gracias por estar aquí a pesar de todo.
-Hay mi vida, ¿qué
va a pasar con nosotros? -expresó soltando un suspiro.
-Pase lo que pase,
todo estará bien, ya lo verás -le contesté en mi mente, con la seguridad que me
daba el saber que tenemos la fortaleza para enfrentar los retos de la vida, por
difíciles que sean.
Nueve
Las siguientes dos
semanas transcurrieron sin ninguna novedad. Yo seguía las conversaciones en mi
mente con mi guía. Creo que en ese tiempo aprendí más que en toda mi vida sobre
los verdaderos valores del ser humano, sobre nuestras capacidades, sobre la
responsabilidad y sobre una infinidad de temas más.
En el hospital
hicieron algunos cambios en los horarios de visita y permitieron que alguien de
mi familia se quedara a dormir conmigo, era probable que mi corazón dejara de
latir en cualquier momento. Acondicionaron un catre junto a la pared para que
mi madre pudiera pasar la noche junto a mí. Algunas veces se quedaba mi padre o
alguno de mis hermanos para darle un descanso. Mi madre siempre trataba de
rehusarse, decía que quería estar presente por si acaso. La convencían
diciéndole que, el que se quedara conmigo le llamaría de inmediato si algo
sucedía.
Aquella noche me
extrañó un poco que nadie hubiese venido quedarse conmigo, no le di mucha
importancia y supuse que mi madre o alguno de mis familiares vendría más tarde.
Me imagino que
eran como las once de la noche cuando la puerta se abrió de repente, ví a la
enfermera que me atendía antes de que llegara Esperanza, aquella mujer fría y
malhumorada, acompañada de un doctor que no había visto antes. Ambos voltearon
hacia los lados para cerciorarse de que nadie los viera entrar, cerraron la
puerta y señalando hacia mi cama, todavía sin mirarme ala cara, ella dijo:
-Este es el que te
digo.
El doctor que la
acompañaba se acercó para verme, se quedó pensativo por un momento y preguntó:
- Cuanto tiempo
dices que lleva en coma?
-Como ocho meses y
medio. Te digo que es perfecto para lo que queremos -contestó ella.
- Y cómo sabes que
sus órganos están en buenas condiciones? -volvió a preguntar él.
-Hace como dos
semanas fue declarado clínicamente muerto por seis minutos y lograron
revivirlo, desde entonces sus signos vitales son estables. Todo funciona bien
-contestó la odiosa enfermera.
El seguía
pensativo, se llevaba la mano a la barbilla y volteaba constantemente a la
puerta como si temiera ser descubierto en cualquier momento.
-Es muy arriesgado
-dijo por fin En primer lugar, está la alarma del aparato. En segundo lugar que
tal si vienen sus familiares... No sé si valga la pena...
- Vale la pena,
hombre! –lo interrumpió ella-. Nos van a dar cinco mil dólares por cada uno de
sus riñones. Su padre ya firmó la autorización de no-intervención en caso de
paro cardiaco. De la alarma yo me encargo, puedo desconectarla. Y, por su
familia ni te preocupes, yo sé que hoy no vienen.
- Verificaste ya
que el tipo de sangre coincida con la persona que recibirá los órganos?
-preguntó él.
-Coincide, los dos
son O positivo.
- Que hay del
historial de enfermedades? -insistía queriendo encontrar una razón que lo
persuadiera de no seguir adelante.
-Ya lo hice, todo
bien.
- Como vamos a
hacer para llevarlo de inmediato a la morgue?
-Yo soy la
encargada de reportar los ingresos a la morgue así que ese no es problema.
-Bueno, y ¿para
justificar que estemos aquí cuando suceda?
-Mira, yo acabo de
ser asignada de nuevo a encargarme de este paciente. Así que no será extraño
que yo esté aquí. Además hoy te toca guardia, ¿no es así? Entonces, no será
nada raro que, haciendo mi rutina, lo encuentre ya sin vida y que te llame para
certificar su muerte.
-No lo sé... algo
anda mal comentó llevándose la mano a la cabeza y volviéndose para mirarme una
vez más.
-No lo dudes
más.., si lo que no te convence es hacerlo por el dinero, piensa en que la
mujer que recibirá los riñones tiene toda una vida por delante, tiene dos,
hijos que la esperan en casa. El, en cambio ya llegó al final de su vida, lo
siguen manteniendo aquí vivo pero seguro que su cerebro dejó de funcionar desde
que lo trajeron.
Mientras escuchaba
esto, el doctor me miraba por unos momentos y luego retiraba la mirada como si
supiera que yo estaba consciente de lo que tramaban y se sintiese avergonzado.
-Esta bien -dijo,
soltando un suspiro-, desconecta la alarma, yo vigilo que nadie se acerque.
La enfermera se
apresuré a mover unos cables en la parte posterior del aparato que me mantenía
con vida. Mientras lo hacía, el doctor abría la puerta unos centímetros y se
asomaba hacia fuera, visiblemente nervioso.
- ¡Ya está! -dijo
ella retirándose un poco y frotando sus manos contra la bata que vestía como
hacen los niños cuando son descubiertos tocando algo que les está prohibido.
El doctor echó un
vistazo más hacia fuera de la habitación, cerró la puerta sin hacer ruido y se
acercó al aparato.
-Pon mucha
atención -le dijo-, ¿ves estos siete interruptores? Tienes que apagarlos uno
cada hora para evitar cambios bruscos, sólo así podremos conservar en buen
estado los órganos para poder utilizarlos Son las doce de la noche -dijo
mirando su reloj-. Baja ya el primero y regresa aquí cada hora.
La enfermera se
acercó al panel de control del aparato y bajó el primero de los interruptores
Noté que el ritmo de mi corazón disminuía y me sentí muy cansado como cuando
uno está a punto de quedarse dormido.
-Los demás, tienes
que apagarlos en este orden -comentó el doctor señalando los interruptores de
izquierda a derecha y secando con la manga de su bata blanca el sudor que le
escurría en la frente-. Tú te encargas de eso y yo me voy a preparar todo para
el transplante. Si algo sale mal, nos vamos a meter en un problema muy grave.
-Te preocupas
demasiado -fue lo último que dijo la enfermera antes de que los dos salieran
apresuradamente de la habitación.
DIEZ
Unos minutos
después de que salieron el doctor y la enfermera, entró a la habitación
Esperanza y yo pensé que todavía tendría una oportunidad de seguir con vida.
Se sentó en la
cama junto a mí, me miró con compasión por un momento, acarició mi pelo como
solía hacerlo y me dijo:
-Hola, vengo a
despedirme.
- ¿A despedirte?
¿Acaso sabes lo que está pasando? -le pregunté en mi mente.
-Mi trabajo aquí
contigo terminó.
-Espera, no te
vayas –imaginé contestarle
¡Voltea hacia el
panel de control!, ¡vuelve a subir el interruptor!
-Por cierto
-sonrió dudando de seguir adelante con lo que me quería decir y después
continuó-. Laura entró en labor de parto hoy como a las diez de la noche,
esperan que el bebé nazca en unas seis horas más. Toda tu familia está con ella
ahora, es por eso que no vinieron a verte esta noche.
- Con mayor razón!
¡Sube el interruptor!... ¡ sube el interruptor!... ¡ sube el interruptor! ...
-le gritaba en mi mente como queriendo hacer alarde de poderes telepáticos.
-Ya no hay nada
que pueda hacer yo por ti. Ahora, debo ir con alguien más que me necesita.
Espero que te haya servido de algo mi presencia.
-Me sirvió de
mucho Esperanza.
-dije ya
resignado-. Gracias a ti ya tus cuidados soporté los primeros meses aquí. He
aprendido de ti lo que es amar incondicionalmente y entregarte al cuidado de
otros sin esperar nada a cambio. Muchas gracias.
-Ojalá hubiera
podido hacer más, pero... -se quedó pensativa por unos momentos, bajó la cabeza
y secando una lágrima que le escurría por la mejilla continuó.. todo está bien
ya verás. Es hora de que me vaya -me besó en la frente y salió de la habitación
sin voltear más a verme.
-Adiós Esperanza,
que Dios te bendiga, gracias por todo...
Bien, pues se
acabó la incertidumbre, seis horas me quedaban de vida y mi intento de conocer
a mi bebé se había frustrado ya. Traté conscientemente de enojarme con estás
dos personas que estaban echando a perder mis planes y no pude. Sin importar
que en parte eran movidos por la avaricia, el resultado, si lograban usar mis
riñones para salvar a esa mujer de la que hablaron, seria positivo Esa podría
ser mi última buena acción y aunque no hubiera intervenido directamente.
ayudaría con una
parte de mi cuerpo a que alguien siguiera disfrutando de esta maravillosa vida.
Qué ironía! Mi
bebé en otra parte de este hospital espera su turno para empezar a vivir y yo
espero aquí que sea mi turno para dejar de existir. Como si hubiera una
conexión especial entre él y yo.
- Hay una conexión
especial entre tu bebé y tú! comentó mi guía No sólo entre ustedes dos sino con
toda la humanidad, con lodos los seres vivos y con todo lo que existe.
-Claro todos somos
parte del universo.
-No eres parte del
universo, tú eres el universo, tú eres la vida misma.
- ¿Que yo soy la
vida? Eso está muy profundo -comenté. Se me hace que no te alcanzan las seis
horas que me quedan para explicármelo
-No le lo voy a
explicar Considerando las circunstancias me voy a permitir hacer trampa y
mostrarte algo que pocos seres humanos son capaces de vivir en toda su vida
Desmáyate...
-¿Qué? ¿Cómo le
hago para desmayarme?... -no terminé la pregunta, cuando me di cuenta de que ya
no estaba en el cuarto del hospital ni dentro de mi cuerpo. Era como tener uno
de esos sueños donde todo es posible, donde te das cuenta de que estás soñando y
sabes qué es lo que está pasando sin necesidad de verlo ni oírlo.
-Esta es la
iluminación -dijo-. Esto es lo que buscan los sabios y que quieren alcanzar los
gurués y maestros. Esto es a lo que te llevan años y años de meditación
profunda.
- ¿Que lugar es
este? ¿Es el cielo?
-No es un lugar, es
un sentimiento. Aquí no existe el espacio ni el tiempo como los habías
conocido.
- Apaga ya tus
pensamientos y permítete sentir..
Me abandoné
totalmente a la experiencia y en cuestión de segundos pude comprender el gran
regalo que me había dado mi guía: ‘La iluminación’ como él la llamaba es un
maravilloso sentimiento de ser parte del universo y al mismo tiempo ser el
universo mismo. Es sentir una conexión con todos los seres humanos, con todos
los seres vivos y con todo lo que existe. Es perder por completo el miedo a la
soledad y darse cuenta de que la vida, cuida de todos nosotros como lo hace con
todo lo que existe. Es saber que todo está bien en nuestras vidas y de que
somos parte de algo grandioso, parte de un hermoso y complicado diseño.
-Ya es tiempo de
que vuelvas
-apenas y pude oír
la voz de mi guía que me pedía que despertara de este hermoso sueño.
Una vez más volví
a sentirme en mi cuerpo y a pesar del terrible cansancio, conservaba la
sensación de bienestar que me provocó la experiencia.
-¡Eso fue
maravilloso! -expresé en mi mente emocionado-. ¡Soy parte de todo lo que hay!
¡Soy tan importante como las estrellas, como el sol, como todo lo que existe!
-Todos lo somos y esto no es sólo palabrería mística
o espiritualista, es un hecho real y comprobable
-respondió mi guía y luego continuó-. Tú fuiste creado a partir de una célula de
tu padre y una de tu madre. Y ese par de células llevan la información genética
de lo que fueron todos tus antepasados. Así es como estás conectado con toda la
humanidad porque, a fin de cuentas, todos somos parientes.
-Pero... no sólo
me sentí conectado con los seres humanos sino con todo lo que existe
-comenté
intrigado.
-Cuando fuiste
concebido en el vientre de tu madre; su cuerpo y estas dos células tenían toda
la información necesaria para crear cada parte de tu cuerpo. Había un plan
perfecto para formarte tal y como eres ahora. Hasta el detalle más pequeño
estaba ya previsto:
el color de tus
ojos, de tu pelo y piel, la forma de tu boca, los hoyuelos de tus mejillas, los
vellos de tu cuerpo y exactamente donde crecería cada uno de ellos. ¡ Un
verdadero milagro!
Ahora bien, el
cuerpo de tu madre tomó la materia prima para formarte de todo lo que le
rodeaba, del aire que respiraba, del agua que bebía’ de la comida que ingería.
Y así fuiste formado tomando partes del universo mismo.
Una manzana que
alguna vez fue parte de un animal y que antes de eso de un insecto y mucho
antes había sido el pétalo de una rosa, se utilizó para formar tu corazón El
agua que alguna vez fue un río y otras veces, un iceberg en el polo norte y que
luego se convirtió en nube y en lluvia, se utilizó para crear la sangre que
corre por tus venas. Y los • minerales que alguna vez fueron una montaña y
mucho tiempo atrás parte de una lejana estrella, se utilizaron para formar tus
huesos.
Cuando mueras y tu
cuerpo se desintegre, las partículas que lo forman serán la materia prima que utilizará el universo para seguirse
renovando.
-¿Es por eso que
dices que yo soy la vida misma?
-Así es, a través
de ti, la vida se mantiene y se renueva. Tú fuiste el instrumento que utilizó
la vida para crear a otro ser maravilloso y lleno de posibilidades: el bebé que
espera nacer a unos metros de aquí Ese nuevo ser viene a darle al mundo algo
muy especial, algo que sólo él puede darle, un regalo maravilloso para todo el
universo.
- ¿Quieres decir
que mi bebé será especial? ¿Qué mí propósito en la vida fue traerlo al mundo?
-El es tan especial
como lo eres tú; como los son cada uno de los seres humanos. El regalo que
viene a darle al mundo es su propia individualidad. Porque a pesar de ser parte
de todo lo que existe también será único. Ese bebé viene a compartir sus
pensamientos, sus ideas, su forma de ser; sus emociones, sus alegrías y sus
tristezas. Ese es el propósito de nuestra vida. Darle al mundo lo que sabemos
que sólo nos otros podemos darle.
- Ser nosotros
mismos, ese es el significado de nuestra vida! -le interrumpí.
-Ser lo que somos
y disfrutar de esta oportunidad única de existir Antes de nacer eras parte de
la eternidad y, cuando mueras, volverás a ella. Se te ha otorgado un pequeño
lapso para ser tú mismo y puedes
aprovecharlo...
•ONCE
En ese momento se
abrió la puerta de repente y entró la enfermera que ahora hacía de mi verdugo.
Cerró la puerta con cuidado para no hacer ruido, bajó el siguiente de los
interruptores y salió apresurada de la habitación cuidando que nadie la viera.
Me angustié un
poco al notar que el ritmo de mi respiración disminuía, me sentí mareado y mi
vista se nubló por unos momentos. Poco a poco mi cuerpo se fue acostumbrando a
la menor cantidad de oxígeno, el mareo disminuyó y sólo me quedó el cansancio.
Ya no sentía
miedo, ni enojo, sin embargo, me invadió una profunda tristeza.
-Esa tristeza viene
de la culpa y el resentimiento- sugirió mi guía-. Aprovecha este tiempo para
perdonar y, más importante... para perdonarte.
De inmediato
admití que tenía razón y empecé a imaginar que escribía varias cartas para las
personas importantes de mi vida. Empecé primero con mis padres..
Queridos Papá y
Mamá:
Les escribo esta
carta en el momento de mi muerte para
despedirme y para agradecer todas las bendiciones con las que llenaron
mi vida.
• Comprendo ahora
que todo lo que hicieron por mí, lo hicieron por amor. Que a pesar de todos los
errores que cometí y de los malos momentos que les hice pasar por mi
ignorancia, ustedes siempre estuvieron dispuestos a ayudarme. Me doy cuenta de
que siempre actuaron con las mejores intenciones y que hicieron lo mejor que
pudieron.
Comprendo ahora
que ustedes también tenían una historia de alegrías y tristezas, que también
tenían heridas y miedos como todos nosotros y que actuaban siempre de acuerdo a
lo que creían que era mejor para todos.
Quiero pedirles
perdón por culparlos de lo que marchaba mal en mi vida y admito en este momento
que yo fui el único responsable de mis actos. Fui libre para elegir mi destino
y mis propias acciones me trajeron a la situación en la que me encuentro.
Quiero pedirles
perdón por juzgarlos y por enfocarme muchas veces en sus debilidades y
defectos, sé ahora que no tenía ningún derecho de hacerlo, ya que nadie sabe lo
que es estar en sus zapatos y ahora entiendo que es un error querer cambiar a
los demás y que podemos aceptarlos tal y como son.
Espero que
entiendan algún día, que me siento orgulloso de haber sido su hijo y que si se
me hubiera dado la oportunidad de escoger a mis padres, los hubiese escogido a
ustedes.
Me siento muy
triste por la pena que les he causado. Estoy seguro que su amor les dará la
fuerza para salir adelante de esta situación y de todas las situaciones
difíciles que les presente la vida.
Mamá y papá,
muchas gracias por su amor y sus cuidados. Gracias por su paciencia y sus
enseñanzas. Gracias por haberme dado la vida.
Los quiero.
Atentamente, Su
hijo.
Al terminar de
escribir esta carta en mi imaginación, sentí como si hubiese dejado atrás una
carga que llevaba por mucho tiempo. Una carga a la que me aferraba y que hacia
que mi viaje por la vida hiera lento y molesto.
Continué
imaginando que escribía una carta a mi bebé que no conocí.
Querido hijito o
hijita:
Mientras tú
esperas ver la luz por primera vez, al mismo tiempo, la luz de mi vida se apaga
lentamente.
Me asombra que aun
sin conocerte, sin haberte visto ni una sola vez; el simple hecho de enterarme
de tu existencia, llenó de ilusión y alegría los últimos momentos de mi vida.
No puedo explicar
cómo es que, a pesar de nunca haberte tenido en mis brazos, siento un profundo
amor por ti. Seguro es porque representas para mí y para todos, la esperanza de
un mundo mejor, o porque eres la prueba de que alguien allá arriba, aún confía
en que podemos mejorar nuestra vida y que merecemos otra oportunidad de ser
felices.
No permitas que mi
muerte se convierta en una marca en tu vida. Piensa siempre que yo tomé mis
decisiones y que tuve que afrontar las consecuencias de mis actos, que tú eres
un nuevo ser y que no te toca sufrir por los errores que yo cometí. No permitas
que nadie trate de convertir mi muerte en una tragedia, no lo es. Todos
habremos de morir tarde o temprano y siempre dejando muchas posibilidades de lo
que pudimos haber hecho. Porque “lo que pudimos haber hecho” no existe, sólo
existe lo que hacemos.
Tampoco permitas
que el hecho de no tener padre te afecte demasiado, todos podemos aceptar la
realidad, si no nos aferramos a lo que pudo haber sido. Porque “el pudo haber
sido” tampoco existe, sólo existe lo que es.
Abre tu corazón
para recibir el amor de tu madre y de todos los que te rodean. Si lo haces te
darás cuenta de que no necesitas ni mi amor ni mi presencia. Habrá suficiente
amor para ti aun después de que yo me haya ido.
Dale al mundo el
gran regalo que es tu amor y tu forma de ser, no permitas que el miedo te
impida hacer lo que quieres, confía en que eres un milagro y que la vida quiere
cuidar de ti como cuida de todos sus hijos.
Disfruta de tu
vida y haz de ella una experiencia maravillosa
Te quiero.
Atentamente, Tu
papá.
Después imaginé
escribirle una carta a Laura que decía:
Querida Laura:
Hoy me doy cuenta
de que pasé una gran parte de mi vida viviendo en el futuro, llenándome de
miedo con lo que podría pasar e imaginando lo que debería de ser. Viviendo así,
eché a perder, muchas veces, los preciosos momentos que pasábamos juntos.
La mayoría de la gente
mira su vida hacia el futuro, haciendo planes e imaginando lo que pasará y lo
que quiere lograr. A mí, sólo me queda mirar hacia el pasado y desde aquí,
desde mi lecho de muerte, todo me parece diferente. Desde este punto de vista,
las cosas de mi vida toman su verdadero valor. Desde aquí, me doy cuenta de que
lo importante en la vida no son los logros ni las metas, no lo es tampoco
acumular riquezas ni conocimientos, ni probarle al mundo nuestra valía; lo
realmente importante es estar con los seres que amamos, los besos, los abrazos,
las caricias, las risas, el compartir, el amor por otros: eso es lo que debemos
acumular.
Yo sé que te hice
pasar malos momentos al insistir en querer cambiarte, sin darme cuenta que no
tenía ningún derecho de hacerlo, porque no te poseía.
Espero que
comprendas que mis faltas no tenían su origen en la maldad, sino en la
ignorancia, en el miedo a ser herido, en un sentimiento equivocado de no
merecer tu amor y en el temor de entregarme a ti.
Te pido perdón por
mis errores y te libero hoy de mis exigencias y mis reclamos. Nunca fue tu
responsabilidad satisfacer mis necesidades ya que nunca fuiste responsable de
mi felicidad.
Nada queda en mi
corazón que no sea la alegría de haberte conocido, el agradecimiento por los
momentos felices y el amor que siento por ti.
Te quiero.
Atentamente, Tu
amado.
Por último,
imaginé escribir la carta que me pareció la más importante de todas, la que
estaba dirigida a mi mismo.
Estimado Amigo:
Me llamo amigo
porque eso es lo que quiero ser conmigo mismo ahora. Por mucho tiempo yo fui mi
peor enemigo, de hecho, fui mi único enemigo.
Fui yo el que
permitió que el miedo dominara mi vida. Fui yo el que se aferró a las penas del
pasado para llenar mi presente de sufrimiento. Era mi propia voz la que escuchaba
en mi cabeza y que me convencía de no merecer lo bueno y me hacía sentir menos
que los demás.
Fui yo mismo el
que me llené de inseguridades y dudas, de celos y resentimientos. Fui yo mismo
el que me juzgué y me critiqué en todo lo que hacía. Yo mismo afecté mi salud y
mi bienestar y fui yo mismo el responsable de los problemas de mi vida. En mí
estaba la solución y en mí estaban todas las respuestas.
Fui yo mismo el
acusado, el juez y el verdugo de mi propia vida. Yo mismo dicté las sentencias
y yo mismo me impuse los castigos.
Y, sin embargo...
hoy me perdono todo, porque me doy cuenta que siempre hice lo mejor que pude.
Comprendo que fui un ser sensible y vulnerable como lo son todos los seres
humanos y que las experiencias de mi vida moldearon mi personalidad. Hoy
rechazo la culpa que siento por mis errores ya que en nada ayuda y nada
soluciona.
Aprendí tarde, que
yo era capaz de cambiar mi vida a pesar de mis heridas y de las situaciones que
me rodearon. Tarde comprendí que yo era mi propio dueño, que mis pensamientos
moldearon mi existencia, que no era un esclavo de las circunstancias y que en
mí estaba el poder de mejorar, de cambiar y de vivir en armonía.
Puedo ver ahora
que mi vida fue maravillosa a pesar de las pérdidas y heridas que todos compartimos.
Agradezco la oportunidad que tuve de ver, de oír, de sentir, de saborear, la
oportunidad de compartir con otros mi vida y la oportunidad de amar a mis
semejantes.
Hoy me deshago de
viejos resentimientos hacia otros y hacia mí mismo.
Hoy rompo las
cadenas con las que yo mismo me até.
Hoy me libero del
miedo y de la culpa.
Hoy me perdono por
todos mis errores.
Hoy admito que
nadie tiene control sobre mis pensamientos
Hoy admito que
nadie tiene control sobre mis sentimientos
Hoy me declaro
libre de todas mis heridas
Hoy es un buen día
para morir Me quiero.
Atentamente La
persona más importante de mi vida.
Al terminar de
redactar estas cartas en mi mente, me sentí liberado, aun cuando sabía que no tendría la oportunidad de escribirlas ni de
entregarlas a sus respectivos destinatarios.
La decisión de
dejar atrás la culpa y el resentimiento es algo que tiene que ver contigo y no
tanto con los demás -comentó mi guía-.
Cuando decides perdonar eres tú el que se libera y el que se deshace de la
pesada carga del rencor
Mucha gente vive
cargando un costal en la espalda. Un costal lleno de ofensas del pasado, de
rencores, de culpas, de resentimientos, de heridas, de amores fallidos, de
desilusiones, de corazones rotos, de infidelidades, de miserias...
-Muchos dicen que
todos tenemos una cruz que cargar -le interrumpí.
- ¿De dónde sacaron
esa idea!? Ellos mismos se pusieron la cruz a cuestas aferrándose al pasado y
es de ellos la decisión de dejarla en el momento que quieran. Nadie les ha
pedido que sufran.
-Dicen que tienen
que pagar lo que reciben -comenté.
- ¡Eso está peor!!!
¿A quién tienen que pagárselo? Y además, ¿lo tienen que pagar con sufrimiento?
Se les olvida que la vida es generosa con sus hijos y que el amor que reciben
es incondicional, que se les da sin esperar nada a cambio. Tal y como reciben
todo lo que necesitan las plantas, los animales y todas las criaturas del
mundo.
DOCE
Una vez más volvió
a mi habitación la enfermera y por primera vez se acercó para verme. Se inclinó
sobre mí, acercando su cara a unos centímetros de la mía. Me veía directamente
a los ojos como quien busca algo a través de una ventana. Noté que sus rasgos
eran muy toscos y su piel se veía marchita y llena de marcas. Sus labios eran
delgados, sin color y sin vida. Tenía un horrible grano en la frente del cual
salían dos gruesos pelos que le hacían verse aún más repugnante. Su respirar
era forzado y al soltar el aire hacía un sonido extraño y desagradable. Se
quedó viéndome así por varios segundos y pude ver mi rostro reflejado en sus
ojos negros. Fue en ese momento en el que entendí algo muy importante:
¡Esta mujer es una
versión diferente de lo que yo soy! Ambos compartimos la capacidad de hacer
daño a otros, la capacidad de mentir, de ser codiciosos, de ser egoístas y
hasta la capacidad de matar. Admitir esto me lleno de escalofríos.
-No te asombres
tanto-comentó mi guía al notar mi reacción-. Eso es parte de la libertad,
libertad que se te ha otorgado y parte de tu propia naturaleza. Para ser libre
necesitas opciones. ¿Qué mérito tendría una persona que es justa con los demás
si no tuviera la capacidad de hacer lo contrario? El mérito de nuestras
acciones radica en que elegimos lo que es mejor para todos y no sólo para
nosotros mismos.
-¿Elegimos entre
lo bueno y lo malo?
-No se trata de
bueno o malo, se trata de elegir entre lo que nos beneficia y lo que nos
perjudica. El problema es que algunos se niegan a reconocer que cualquier daño
que le haces a otro, tarde o temprano te regresa Toma como ejemplo a esta mujer;
¿qué crees tú que hace aquí a! verte de esta manera?
-No tengo idea,
viene a burlarse de mí... –contesté inseguro.
- Viene a calmar su
conciencia, quiere asegurarse de que no estés consciente. Seguro que se repite
una y otra vez que no lo estás y que lo hace por ¡a mujer que espera los
órganos no por el dinero. Su intención principal es obtener un beneficio, no
hacerte daño.
-Y, sin embargo la
duda la atormentará por mucho tiempo.
-Así es, y esa es
la decisión que ha tomado. Está ejerciendo su libertad
La enfermera
distrajo mi atención cuando puso su mano sobre mi rostro para taparme los ojos
como si ya no soportara que la mirara, pude escuchar cómo bajaba el tercer
interruptor...
Esta vez; el
cambio empezó en mi estómago. Fué como si de pronto me hubiese dado mucha
hambre, además sentí un hormigueo que iba desde mi cintura hasta los dedos de
los pies. El cansancio aumentó y perdí el conocimiento...
TRECE
Lo que me hizo
recuperar el sentido una vez más, fue una agradable sensación en mis mejillas.
Al enfocar la vista me di cuenta de que se trataba de mi hermana menor
Graciela, que ponía sus manos en mi rostro y me acariciaba juguetonamente a la
vez queme decía:
-Ya despierta
flojito. ándale levántate hermanito, que tienes una visita importante.
Me extrañó verla
ahí frente a mí ya que mis padres no le habían permitido visitarme para
evitarle una pena más grande.
Noté que sólo uno
de los interruptores faltaba por ser apagado, así que la enfermera debió haber
bajado los otros dos mientras estuve inconsciente.
-Ya nació tu
bebé... es una hermosa nenita! ¡ Levántate a verla por favor! -me gritaba
Graciela sintiéndose cada vez más desesperada-. ¡Tienes que despertar
hermanito! Tienes que despertar! -repetía mientras apoyaba sus manitas contra
mi pecho.
-Por eso no
queríamos que vinieras Gracielita, trata de calmarte hijita -decía mi madre que
estaba parada detrás de ella sosteniendo a mi bebé en sus brazos.
Ven hijita,
cálmate por favor –le decía mi papá, que estaba de pie a su lado a la vez se
inclinaba para abrazarla y llevarla hacia fuera de la habitación.
Mi madre al ver
que Graciela estaba un poco más tranquila, se volvió hacia mí, inclinándose un
poco y retirando la sábana que le cubría el rostro a mi bebita, me
dijo:
-Mira hijito, aquí
está tu bebé...
Sus ojitos estaban
cerrados, su carita roja e hinchada, tenía una mano sobre la mejilla. El poder
verla así, durmiendo tranquila, llenó de alegría mi corazón. Me pareció la más
hermosa imagen que había contemplado jamás...
De pronto entró la
odiosa enfermera, que venía seguramente a bajar el último de los interruptores.
-¡,Qué hacen
aquí?! -gritó desesperada, temiendo haber sido descubierta.
-Sólo vinimos a
mostrarle al bebé -dijo mi madre consternada.
- No pueden estar
aquí, tienen que irse! -gritaba la enfermera mientras empujaba a mi madre para
alejarla de mí-. Salgan de inmediato -decía desesperada temiendo que sus planes
se vinieran abajo.
-jNo puedes hacer
esto! -le supliqué en mi mente-. ¡ Déjame ver a mi bebé unos segundos más por
favor! Me sentía desesperado. los momentos más felices de mi vida, los últimos
momentos de mi vida, ¡me estaban siendo arrebatados!-
¡Sólo unos
segundos más! ¡Quiero tocarla aunque sea una sola vez!!!
-¡Se movió! -gritó
de pronto Graciela desde la puerta, donde había estado observando lo que
sucedía
Mi madre y la
enfermera voltearon a verme y se dieron cuenta de que mi brazo izquierdo estaba
levantado como si yo quisiera alcanzar a mi bebé. Fue tal la impresión de la
enfermera, que en su intento de salir lo más rápido posible, derribó el frasco
de suero que colgaba junto a mi cama, el cuál se estrelló derramando su
contenido en el piso. Se abrió paso entre mi padre y Graciela y salió corriendo
asustada.-
Lama al doctor!
-pidió mi madre a mi papá que me miraba atónito.
En ese instante,
tomé con mi mano izquierda el tubo que entraba por mi boca y lo jalé
desesperado, tratando de quitármelo. Sentía que me ahogaba.
-Espera un momento
hijito ya viene el doctor -me decía mi madre, mientras apoyaba su mano en mi
hombro aún sosteniendo a la bebé con su otro brazo.
Casi de inmediato
llegó mi padre acompañado del doctor que había salvado mi vida la primera vez,
el cual, al verme ya con la cabeza levantada de la almohada, se acercó hacia mí
y tocó mi frente para tranquilizarme. Retiró dos bandas elásticas que iban
desde mi boca hacia la parte de atrás de mi cabeza y con un hábil movimiento
sacó lentamente el tubo de plástico que obstruía mi garganta.
Cuando tomé una
bocanada de aire, logré cerrar por primera vez los ojos, al dejarlo salir,
después de toser un poco, me puse a llorar sin poder detenerme.
-Salgan de
inmediato -pidió el doctor a mis padres y a Graciela que se habían reunido
alrededor de mi cama.
-Vamos mi amor
deja que el doctor haga su trabajo -le dijo mi padre a mi mamá invitándola a
salir de la habitación.
- ¿Estará bien
doctor? -preguntó mi madre preocupada.
-Está consciente
señora- contestó el doctor-. Es todo lo que sabemos hasta ahora. Salga por
favor y lleve a ese nene a maternidad donde debe estar.
-Gracias Dios mío
-dijo mi madre emocionada. - Yo sabía que ibaa despertar! -decía alegremente
Graciela mientras los tres se retiraban.
CATORCE
El día siguiente,
fui sometido a una intervención quirúrgica para quitarme el tubo que había sido
introducido en mi estómago y fui trasladado a otra habitación en el área de
recuperación.
Irónicamente la
misma enfermera que había tratado de acabar con mi vida, había sido asignada
ahora para cuidar de mí. Cuando entró de nuevo a la habitación, estaba muerta
de miedo.
-Buenos días -me
dijo tímidamente mirando hacia el suelo.
-Buenos días -le
contesté de lo más natural.
-Aquí está tu
medicina -dijo, dejando un par de pastillas sobre el buró junto a mi cama.
Revisé que todo estuviera en orden en la habitación, mientras yo la seguía con
la mirada.
-Ya me voy
-comentó nerviosa-. Si necesitas algo me puedes llamar apretando este botón -
continuó, como queriendo averiguar si yo estaba enterado de lo que habla
sucedido.
-Gracias, ¡qué
amable! -le contesté fingiendo que todo estaba bien.
Se encaminé hacia
la salida y cuando estaba a punto cruzar la puerta le pregunté:
-Por cierto...
¿Qué sucedió con la mujer que necesitaba los riñones?
Su rostro
palideció y abrió los ojos como si hubiera visto a un fantasma. Es obvio que se
dio cuenta de que yo lo sabía todo.
-La... la...
mujer; Ella está bien, encontró a un donante el mismo día que despertaste -dijo
tartamudeando y notablemente nerviosa.
No comentó nada
más y cerro la puerta. Después me enteré de que ella y el doctor con el que
había planeado vender mis órganos, abandonaron su trabajo ese día, seguramente
temiendo que yo los delatara. No se volvió a saber de ellos.
Recuerdo muy bien
el día que me visitaron mis familiares, mi madre estaba tan emocionada que
entró corriendo a la habitación y me abrazó con fuerza, tomó mi cara entre sus
manos y me llenó de besos.
- ¡Hijito es un
milagro. ¡Qué alegría verte bien otra vez! -Me decía llorando sin dejar de
besar mi rostro.
-Mamita, ¡Qué
ganas tenía de abrazarte! Te quiero mucho -le contestaba y ponía mi brazo
alrededor de sus hombros mientras mi rostro se llenaba de lagrimas.
Mi padre nos
observaba de pie tratando de ocultar las lágrimas que empezaban a brotar de sus
Ojos.
-Ven papá, ya no
tienes nada que ocultar. Ya sé que tú también sientes, ya sé que tú me quieres
tanto como yo a ti -le dije extendiendo mi brazo hacia él.
Se acercó hacia mi
cama y los tres pasamos un buen rato abrazados sin que ninguno de nosotros
pudiera contener el llanto.
Después pasaron a
verme mis hermanos. Todos los presentes se asombraron al enterarse de que
estuve consciente todo el tiempo. Gracielita se puso muy contenta cuando le
dije que ella me había ayudado a despertar, se movía inquieta y me tomaba de la
mano, orgullosa.
La última en
entrar a la habitación fue Laura, llevaba a nuestra hijita en brazos. Todos los
presentes decidieron retirarse y dejamos solos.
-Hola amor, ¿cómo
estás? -me preguntó en voz baja.
-Estoy vivo mi
vida.., gracias a ti y a la bebé que llevas en brazos.
-¡Gracias a
nosotros?
-Si mi amor, fue
por ustedes que me aferré tanto a la vida. Fueron las ganas de conocer a
nuestra hijita, las que me llenaron de fuerza.
-Pues aquí está
-decía ella a la vez que me acercaba a la bebé. La tomé entre mis brazos con
mucho cuidado y la sostuve contra mi pecho. Me le quede viendo extasiado y
observando como abría y cerraba su boquita.
-Se parece a ti
-dijo Laura sonriendo llena de ternura. Se acercó a mí y me besó en la boca.
Pasamos un rato
juntos y después Laura se retiró a descansai pues todavía se estaba recuperando
del parto.
Esa tarde me sentí
el hombre más afortunado del mundo. Había
vuelto a nacer y
tenía ahora la oportunidad de empezar de nuevo mi vida, de empezar una familia
y de aplicar todo lo que había aprendido en los últimos nueve meses.
Le agradecí mi
suerte a Dios, a la vida, a la naturaleza y a todo el universo. Ahora no me
quedaba duda de que yo era parte de todo lo que existe.
Cerré mis ojos y
pensé en mi guía. Lo llamé en mi mente y en voz alta...
-Guía, amigo mío.
Quiero hablar contigo -supliqué varias veces sin obtener respuesta. Sentí mucha
tristeza al creer que ya no estaría más conmigo, que ya no podría aprender más
de él. Esa noche, justo antes de quedarme dormido, escuche la. voz de mi guía
muy a lo lejos que me decía:
-No puedo ir a ningún lado porque
soy parte de ti. Aquí estaré cuando necesites escucharme...
.
-
QUINCE
Pasé dos semanas
más en el hospital recuperándome y recibiendo visitas de doctores que estaban
intrigados por lo que me había sucedido.
Cuando estaba a
punto de abandonar el hospital, pregunté a todos los que pude por Esperanza,
tenía la intención de agradecerle todas sus atenciones y el amor con el que
cuidó de mí, la respuesta que recibí fue siempre la misma:
“Jamás ha
trabajado en este hospital una enfermera con el nombre de Esperanza.’ Incluso
mis familiares no recordaban haberla conocido. Su presencia en mi vida
permanecerá para mí como un misterio.
A pesar de que
pasé tres meses en una clínica de terapia física, no pude recuperar por
completo el movimiento de mi cuerpo. Me ayudo a caminar con un bastón, arrastro
un poco el pie izquierdo y los movimientos de mi brazo derecho son muy
limitados. Nada de esto me afecta, la dicha de poder comunicarme con otros y de
poder participar de la vida es tan grande que esos pequeños defectos no tienen
importancia para mí.
Laura y yo nos
casamos y vivimos muy felices con nuestra hijita en un modesto departamento.
Nuestras vidas tomaron un significado distinto y encontramos ahora la felicidad
en las cosas más simples.
Un día decidí
compartir con otros lo que aprendí en esa experiencia y empecé a escribir este
libro que ahora sostienes en tus manos.
Quiero preguntarte
querido amigo, querida amiga, hermanito, hermanita:
¿Tú de qué eres
esclavo?, ¿de las heridas que recibiste cuando eras pequeño?, ¿de tus traumas
de la infancia?, ¿de lo que alguien más decidió que fueras?, ¿de una relación
que no te satisface?, ¿de un trabajo que no disfrutas?, ¿de la rutina de tu
vida?
¡Ya libérate! Tira
ya ese costal que llevas en la espalda en el que guardas el resentimiento, el
rencor y la culpa. Deja ya de culpar a otros y a tu pasado por lo que no marcha
bien en tu vida. Cada día tienes la oportunidad de empezar otra vez. Cada
mañana, al abrir los ojos, naces de nuevo, recibes otra oportunidad para
cambiar lo que no te gusta y para mejorar tu vida. La responsabilidad es toda
tuya. Tu felicidad no depende de tus padres, de tu pareja, de tus amigos, de tu
pasado, depende sólo de ti.
¿Qué es lo que te
tiene paralizado?, ¿el miedo al rechazo?, ¿al éxito?, ¿al fracaso?, ¿al qué
dirán?, ¿a la crítica?, ¿a cometer errores?, ¿a estar solo?
¡Rompe ya las
cadenas que tú mismo te has impuesto! A lo único que le debes tener miedo es a
no ser tú mismo, a dejar pasar tu vida sin hacer lo que quieres, a
desaprovechar esta oportunidad de mostrarte a otros, de decir lo que piensas,
de compartir lo que tienes. Tú eres parte de la vida y como todos, puedes
caminar con la frente en alto. Los errores del pasado ya han sido olvidados y
los errores del futuro serán perdonados Date cuenta de que nadie lleva un
registro de tus faltas, sólo tú mismo. Ese juez que te reprocha, ese verdugo
que te castiga, ese mal amigo que siempre te critica, eres tú mismo!. Ya déjate
en paz, ya perdónate, sólo tú puedes lograrlo.
¿Cuándo vas a
demostrar tu amor a tus seres queridos?, ¿cuándo te queden unos minutos de
vida?, ¿cuándo les queden a ellos unos minutos de vida?
El amor que no
demuestres hoy, se perderá para siempre. Recuerda que la vida es tan corta y
tan frágil que no tenemos tiempo que perder en rencores y estúpidas
discusiones. Hoy es el día de perdonar las ofensas del pasado y de arreglar las
viejas rencillas.
Entrégate a los
que amas sin esperar cambiarlos, acéptalos tal como son y respeta el don más
valioso que han recibido: su libertad.
Disfruta de tus
relaciones sin hacer dramas. Si pretendes que todos hagan lo que tú quieres o
que sean como tú has decidido, si pretendes controlar a los que te rodean,
llenarás tu vida de conflictos. Permite a otros que tomen sus propias
decisiones
como has de tomar
las tuyas, tratando siempre de lograr lo que es mejor para todos. Así podrás
llenar tu vida de armonía.
Y por último, ¿qué
estás esperando para empezar a disfrutar de tu vida?, ¿que se arreglen todos
tus problemas?, ¿que se te quiten todos tus traumas?, ¿que por fin alguien
reconozca tu valía?, ¿que llegue el amor de tu vida?, ¿que regrese el que se
fue?, ¿que todo te salga como tú quieres?, ¿que se acabe la crisis económica?,
¿que te suceda un milagro?, ¿que por arte de magia todo sea hermoso y perfecto?
¡Despierta ya
hermano!, ¡despierta ya hermana!, ¡ésta es la vida! La vida no es lo que sucede
cuando todos tus planes se cumplen, ni lo que pasará cuando tengas eso que
tanto deseas. La vida es lo que está pasando en este preciso instante. Tu vida
en este momento es leer este párrafo, donde quiera que lo estés haciendo y con
las circunstancias que te rodean ahora. En este momento tu corazón lleva sangre
a todas las células de tu cuerpo y tus pulmones llevan oxígeno a donde se
necesita. En este momento algo que no podemos comprender, te mantiene vivo y te
permite, ver, pensar, expresarte, moverte, reír, ¡ hasta llorar si quieres!
No te acostumbres
a la vida, no te acostumbres a despertar todos los días y estar aburrido, o
malhumorado, o preocupado. Abre tus ojos y agradece todas las bendiciones que
puedes ver, agradece tu capacidad de oír el canto de los pájaros, tu música
preferida, la risa de tus hijitos. Pon tus manos en tu pecho y siente tu
corazón latir con fuerza diciéndote: “estás vivo, estás vivo, estás vivo”.
Yo sé que la vida
no es perfecta, que está llena de situaciones difíciles. Tal vez, así es como
se supone que sea. Tal vez por eso se te han brindado todas las herramientas
que necesitas para enfrentarla: una gran fortaleza que te permite soportarlas
pérdidas, la libertad de elegir cómo reaccionar ante lo que sucede, el amor y
el apoyo de tus seres queridos.
Sé también que tú
no eres perfecto, nadie lo es. Y sin embargo, millones de circunstancias se han
reunido para que existas. Fuiste formado a partir de un diseño maravilloso y
compartes con toda la humanidad sus virtudes y defectos. Así está escrito en
tus genes, en los genes de todos los seres humanos que han existido y en todos
los que existirán.
Tus pasiones, tus
miedos, tus heridas, tus debilidades, tus secretos y tu agresión los compartes
con todos tus hermanos. ¡Bienvenido a la raza humana! Esos supuestos defectos
son parte de tu libertad, parte de tu humanidad.
Si te preguntas
¿quién soy yo para decirte todo esto? Te contestaré que no soy nadie, soy
simplemente una versión diferente de lo que tú eres. Otro ser humano más entre
miles de millones, pero uno que ha decidido ser libre y recuperar todo el poder
de su vida… Espero que tu también decidas hacerlo